Como bien se dice por estas tierras, nunca es tarde si la dicha es buena, y después de un tiempo rumiando los conciertos me atrevo a describir cómo fueron las experiencias vividas durante el tercer día que duró la edición de 2011 del BBK Live. Un día que en parte se vio truncado debido a problemas de salud de aquellos que asistíamos con ilusión por verlo, y por luego contarlo, pero que no evitó que viéramos tres de los principales conciertos del último día de un festival que dio mucho de sí.
Una de las grandes sorpresas «haciendo los deberes» los días inmediatamente anteriores al evento fue el primer concierto de la tarde, con Seasick Steve. Este hombre, de avanzada edad (70 añitos que gasta), se escapó de su casa debido a los maltratos de su padrasto, y desde entonces fue vagabundo, marinero, cowboy de circo, estuvo en la cárcel… pero como él mismo bien dice, sin dejar de tocar la guitarra. Y ahora, se nos presenta en los escenarios con sus instrumentos destrozados, hechos con tapacubos de coches, tablas y latas, y demostrando que para hacer buena música a veces (y sólo a veces) lo único que hacen falta son ganas. Esta personalidad arrolladora se deja ver en sus shows, y logra motivar al público con su incansable sentido del humor, su capacidad para reírse de sí mismo, y lo interesante de la vida que ha llevado. Cada canción esconde una historia sórdida, y ejemplo de ello es Never Go West o el monólogo en el que cuenta su infancia durante Dog House Boogie. Rock sureño con muchos toques de blues para un espectáculo que hace las delicias de propios y extraños. De veras, no os lo perdáis si tenéis la oportunidad.
Inmediatamente después tocaba cambiar de escenario y de tercio, porque era el turno del post-hardcore mezclado a partes iguales con art rock de Les Savy Fav, un grupo por el que me había interesado de rebote un par de meses antes de saber que iba a ir al festival. Rápidamente me gustó esa mezcla tan personal de géneros, sus ritmos tan peculiares y la voz característica de Tim Harrington (es imposible imaginarse a un hombre barbudo de su tamaño con esa voz tan suave). Me gusta insistir en el hecho de que no sabía cómo era un show del grupo antes de verlo, de ahí mi extrañeza al ver aparecer al cantante con una maleta llena de pelucas, disfraces y complementos bizarros y empezar a esparcirlo por el suelo minutos antes del concierto. A partir de ese momento, todo empezó a ser más raro, ya que la música era efectivamente, lo que yo había escuchado, pero no podía dar crédito a mis ojos, mientras veía como Tim Harrington se dedicaba a meterse entre el público, cambiarse de ropas, pintarse la cara (y la del resto de integrantes del grupo) y demás comportamientos extraños que ayudaron a que se interesara por el concierto una cantidad enorme de gente. Mención especial a su chapurreo en español mientras fingía estar embarazado (ayayay el niño de Dios, no tiene sexo) que causó risas generalizadas. Muy bien jugado por su parte, pasando de ser uno de los desconocidos del cartel a tener un lleno casi completo y salir entre vítores del escenario. Y musicalmente, no decepcionaron, tocaron una selección bastante considerable de sus primeros discos, con temazos como The Sweat Descends o Patty Lee (dos de mis favoritas personalmente) y algunas de su nuevo trabajo Root For Ruin, entre ellas la que más garra tiene, y con la que acabaron el show, Let’s Get Out Of Here. Muy buen concierto, y espero que las bizarradas del señor Harrington no impidieran que se de a conocer su música.
Por último, y antes de que tuviéramos que irnos, estuvimos viendo un rato a 30 Seconds to Mars, el conocido grupo liderado por Jared Leto. Tengo que decir que en este caso sí que me llevé una decepción considerable. Los conozco desde sus inicios, y a pesar de no considerarme un seguidor puedo decir que unas cuantas canciones del primer disco me gustaban, y me apetecía oírlas en directo. Sin embargo, la actitud del actor – cantante estropea bastante la experiencia. Entre sus gritos de ánimo al público (a base de constantes insultos y barbaridades varias), el poner el micro para comprobar lo bien que se saben los fans sus letras y demás actitudes de estrella del rock de este tipo es prácticamente imposible oírle cantar (es decir, a lo que vamos al concierto, que a veces parece que se olvida). Hablando en plata, me pareció un poco ridículo, especialmente para un grupo que, seamos sinceros, hace música bastante blandita como para estar constantemente gritando Let’s go crazy motherfuckers y lindezas de ese tipo. Eso sí, el montaje audiovisual que montan para cada canción está increíblemente currado, a pesar de que yo no sea demasiado amigo del uso y abuso de las pantallas, luces y demás. En definitiva, escuché A beautiful lie y Attack del primer disco, y This is War del segundo, y por lo menos pude formar mi propia opinión, que siempre es algo que está bien, aunque sea para llevarse una decepción.
No podría cerrar esta crónica sin decir lo mucho que me alegro de haber ido a dicho festival, y que la impresión general no puede ser mejor, dejándome con ganas de ver el cartel del año que viene, y con un poco de suerte, repetir.
Créditos a Attassa, gran aprendiz de fotógrafa y mejor persona, por las fantásticas fotos, y por aguantarme a lo largo del festival.
Próximo concierto: ¡Nothington!