Bala.- Lume

Hace dos años Anxela y Violeta sorprendieron a propios y extraños con Human Flesh, su primer disco como Bala, un debut contundente, directo y arrollador. Colmillos, el primer adelanto de su nuevo trabajo, Lume, no deceleraba y aumentaba las revoluciones, añadiendo visos de noise rock y post-hardcore que casi parecía que siempre habían estado ahí.

Es de agradecer cuando un grupo se da cuenta de lo que funciona, y tenga muy clara cuál es su propia esencia. Human Flesh era corto, desatado y furioso, y encandiló a mucha gente por esas cualidades. Lume comparte estos adjetivos, pero no es un añadido o una expansión: es otra cosa, pero con las mismas ansias destructivas y el ánimo pirómano que sugiere el título del álbum.

Está claro que hay elementos de Human Flesh que a fecha de hoy se mantienen en este segundo trabajo, el más evidente la configuración de la banda, batería y guitarra, sin apenas arreglos ni añadidos, con un sonido crudo, agresivo y áspero, pero inmediato y rotundo. La sensación de autenticidad que desprende es exactamente la misma, como si al otro lado del reproductor estuvieran Bala aporreando los instrumentos, en tu propia casa.

Lume es una huida hacia delante en el mejor de los sentidos, una potenciación de sus sonidos más duros, de sus rincones más oscuros y, en pocas palabras, de su mala leche. Es un disco agresivo, que desprende urgencia y caos. Si acaso esta rapidez les ha hecho alejarse algo más de los ritmos de stoner rock más puros, y abrazar ese punto noisero que ya se dejaba ver en su debut, o estructuras más cercanas al post-hardcore de factura más árida, potente y exacerbada.

Estos rasgos que ya se dejaban ver en Colmillos, son aún más identificables en Omertá y especialmente en la recta final del álbum, con la terna conformada por Flapper, la brevísima Vives y la final con Humo. El inicio del disco se acerca algo más a sus orígenes grunge y stoner, pero permeando la nueva dirección e influencias que han integrado en su sonido, como puede verse en las destacadas Liar y Luces, cortes donde el juego con los tempos y con el peso de los instrumentos es clave. Otra novedad de este álbum, de menos importancia pero reseñable, es la combinación de tres idiomas: Lume alterna entre castellano, inglés y gallego de forma indistinta, que puede ser una alegoría de su sonido amalgamado, y de su proyección internacional con su futura gira por Australia y Japón, sin renegar del lugar del que parten.

Poco más queda por decir de un disco tan corto como intenso, y que confirma por completo las buenas sensaciones del primer trabajo del dúo gallego Bala, una de las bandas jóvenes más prometedoras de la escena gallega, y una auténtica apisonadora sonora para los aficionados a los sonidos más cafres y rabiosos.

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