Hay análisis que cuesta hacer, y mucho. Éste es uno de ellos. Vi que el disco recibía unas notas magníficas en publicaciones tan respetadas como Mondo Sonoro y Pitchfork (amigos, lo que dice Pitchfork va a misa), y no me quedo más remedio que acercarme a él. Sin embargo no conocía prácticamente nada de la banda, y sentía que cualquier cosa que escribiera acerca de ellos iba a estar incompleto. Ahí empezó un trabajo de escucha, lectura e investigación exhaustivo para conocer un poco mejor al grupo de James Mercer.
La verdad es que si prescindes de su discografía anterior, este disco podría ser de una banda actual. Suena nuevo, al corriente de los sonidos actuales y en la onda de los grupos más conocidos del indie actual. Puedes intuir que hay una cierta reverencia al pasado y sobre todo a los sonidos noventeros, pero más como un plus que como una base. La sorpresa viene cuando descubres que The Shins llevan en activo quince años. Eso te da completamente la vuelta a la tortilla, es un grupo que, lógicamente, empezó con un sonido noventero, más movido, con raíces en el dream pop, el shoegaze y la new wave, pero que tiraba hacia sonidos más propios del año 1997, cuando hicieron su debut. Sin embargo, y habiendo hecho un repaso intensivo de su discografía, la evolución del grupo es espectacular, mezclando elementos actuales y anteriores en una síntesis sin fisuras. No existe un antes y un después, ni una fractura en esa trayectoria. Todo esto desemboca lenta y apaciblemente en Port Of Morrow.
Insisto, este disco es un producto de su época, pero como tal, es hijo de la anterior. No es fácil recopilar tantas influencias y hacer un conjunto tan sólido y tan consistente con los trabajos anteriores. Y éste es el gran mérito de The Shins y la razón por la que a todos se nos llena la boca hablando de ellos últimamente.
Existen canciones que recuerdan más a sus anteriores trabajos, especialmente las más lentas y calmadas, como For a Fool o la que da nombre al disco, Port Of Morrow. Sin embargo en las más rockeras como la que abre este trabajo, The Rifle’s Spiral, Simple Song o Bait And Switch, donde se desprende más energía, un registro relativamente nuevo para la banda pero que no les sienta mal para nada, siendo toda una declaración de intenciones usar una de estas canciones rápidas como apertura. Entre medias hay otras canciones con un sabor más popero, pero en absoluto facilonas, y no desmerecen en el conjunto. Estos tres bloques se entremezclan consiguiendo que la escucha siempre tenga algo nuevo que ofrecer. Se ve que James Mercer (frontman en todos los sentidos, ya que las malas lenguas siempre dicen que The Shins y él son la misma cosa) sabía que tenía algo grande entre manos y sin trampa ni cartón han logrado que todas las miradas vuelvan a posarse en ellos y en su música. Un disco que es probable que guste a propios y extraños, pero sin caer (o al menos no de manera patente) en una huida hacia lo fácil y lo comercial.
Uno de los discos que más me atrevo a recomendar de todo lo que ha salido en 2012. Accesible, disfrutable, de una banda con una infinidad de referencias y, por lo que puede verse, un gran amor por la música, tanto propia como ajena. Y para demostrarlo, os dejo con su nuevo vídeo, The Rifle’s Spiral, con una estética a lo Tim Burton que no le pega nada a la canción (para mi gusto), pero que no empaña la experiencia.