«Titus Andronicus por fin han perdido la cabeza del todo. Y es fantástico». Podría ser perfectamente el titular de periódico correspondiente a esta reseña. Reconozco que cuesta abordar un álbum como The Most Lamentable Tragedy sin tener reservas, porque cuesta imaginar a un grupo tan particular como Titus Andronicus haciendo un esfuerzo ímprobo para sacar adelante una ópera rock basada tanto en el título de la obra de Shakespeare que les da nombre como en el libro de Nietzsche El Nacimiento de la Tragedia, y en la obra de Kay Redfield Jamison sobre enfermedades mentales, Marcados Con Fuego. Ahí es nada.
No son los primeros en desarrollar un álbum como una ópera rock, siendo los casos más destacados Quadrophenia de The Who o Berlin de Lou Reed, o en la actualidad y más cercano en espíritu, Zen Arcade, de Hüsker Dü o David Comes To Life de Fucked Up. Es un movimiento creativo valiente, arriesgado y algo alocado, puesto que puede funcionar muy bien o muy mal. Desde aquí aplaudimos el arrojo de Titus Andronicus, porque han dado a luz una de las grandes sorpresas de 2015, sino la mayor de ellas.
The Most Lamentable Tragedy tiene la friolera de 30 cortes, y dura algo más de hora y media. Sin embargo, es una experiencia completa, desgarradora y emotiva. Las obsesiones de Patrick Stickles son las protagonistas de la historia: El héroe de esta ópera es perfectamente identificable con él y con las historias personales que ya aparecían en The Airing Of Grievances, The Monitor (a través de su particular viaje por la Guerra Civil americana) y en Local Business. Es perfectamente consciente de lo mal amueblada que está su cabeza, y consigue transmitir sus particularidades, neurosis y problemas de una manera totalmente empática y humana.
El clímax del álbum, argumentablmente, parece sacado de El Hombre Duplicado de Saramago, cuando el héroe protagonista, en principio sin nombre, se encuentra con un sosia sin las lacras y problemas que él sufre, con las consecuencias de dicha revelación. El argumento es simple, pero da mucho de sí, y trae consigo un considerable viaje emocional. The Most Lamentable Tragedy tiene que escucharse o bien del tirón, o por partes, pero manteniendo el orden de las canciones, con sus interludios, introducciones, altibajos, descargas enérgicas y oasis de calma.
La épica intimista de Titus Andronicus se refleja en las canciones más largas, como las esperadas partes IV y V de No Future, Lonely Boy con su teclado, saxofón y aire clásico, la espectacular More Perfect Union con sus aires de himno y los efluvios metaleros de (S)HE SAID/(S)HE SAID. Por los meros títulos puede verse que continúan con sus temas más celebrados y con sus particulares obsesiones, lo cual es de agradecer. También hay alguna que otra versión, aunque no excesivamente brillantes, de artistas tan destacados como The Pogues (Come On, Siobhán) y Daniel Johnston (I Lost My Mind).
La ópera rock de Titus Andronicus tiene algunos de los momentos con más punk desatado de la banda hasta la fecha, con diferencia: hits directos a la yugular como Dimed Out, momentos guitarreros vertiginosos, su actitud consciente, cercana e incluso descarada, el coqueteo con el hardcore en Look Alive o la ligereza planeada de Fatal Flaw. Canciones llenas de energía como A Pair Of Brown Eyes, la rockera y progresiva Into The Void (Filler) y la devastadora I’m Going Insane (Finish Him) confirman esta predilección por el punk en los temas más brillantes, lo que supone una cierta vuelta a los orígenes tras la relativa calma de Local Business.
Por supuesto no faltan rarezas como los momentos de coro de iglesia en Sun Salutation y Auld Lang Syne, o el final denso, agobiante y desgarrador de Stable Boy junto con A Moral como epílogo.
Es difícil hablar de cada uno de sus cortes de manera individual, pero incluso haciendo el esfuerzo de tomar cada canción en solitario, hay temas de gran calidad, al nivel de los más destacados de The Monitor, la obra más emblemática de la banda. No es en absoluto un disco inabarcable, sino más bien una obra para escuchar, revisitar y disfrutar tantas veces como se pueda. Titus Andronicus han hecho lo imposible, y han conseguido sacar una genialidad disfrazada de una premisa tan rara como absurda. Patrick Stickles, con todas sus obsesiones y particularidades, ha configurado una pieza de entretenimiento inteligente, interesante en el fondo y en la forma, capaz de animar, conmover y llamar la atención a partes iguales. Un candidato más que serio al disco del año, y la excepción que confirma la regla de que menos es más.