Waxahatchee.- Ivy Tripp

Esta reseña llega tarde, pero hay discos sobre los que cuesta escribir. El nuevo proyecto de Katie Crutchfield en solitario es muchas cosas, pero las dos más importantes es que supone una confirmación y una ampliación de lo visto en American Weekend y Cerulean Salt. Figuraba entre nuestros discos más esperados de 2.015 y después de varias escuchas, es el momento de hablar en profundidad de Ivy Tripp.

No hace falta que remarquemos nuestro gusto por los discos que salen de Plan-It-X Records (su anterior discográfica) y Merge Records (la actual), entre ellos los trabajos de P.S. Eliot, donde figuran tanto Katie como su hermana gemela Allison Crutchfield. Estamos ante un artista inmerso de lleno en el indie folk, y además, en el mundillo más aguerrido del DIY. Su proyecto en solitario es algo más personal e intimista, casi por definición, y explora muchos más territorios de los vistos en la formación que comparte con su hermana. Con tan sólo 26 años, Katie Crutchfield es toda una figura a seguir, y un auténtico culo inquieto de la escena independiente norteamericana.

Waxahatchee Ivy TrippSuperada la novedad y temores del primer disco, y el inevitable del segundo trabajo, en el que toca estar a la altura, continuar con lo bueno y desechar lo malo, el tercer disco suele ser creado en un ambiente más tranquilo, y contener más concesiones creativas, experimentales y llamativas. Waxahatchee, como proyecto, ha ido evolucionando de una manera natural y orgánica. Ivy Tripp suena a madurez y experiencia, a pesar de la corta edad de la cantante, contiene emoción y sentimiento, y puede ser, con permiso de The Decemberists, el disco más sencillo y bonito del año.

Ivy Tripp cumple perfectamente con varias máximas: a través de canciones simples y directas, sin ornamentos ni complicaciones, crea composiciones efectivas, emotivas y profundas. Es un álbum honesto, sincero, sin máscaras de ningún tipo. La voz de Katie Crutchfield suena clara, limpia y sin adulterar. No inventa nada, pero reinventa el sonido de Waxahatchee, acercándolo algo más al indie rock convencional, pero sin perder su esencia. Hay estribillos pegadizos, y dentro de la calma habitual de sus cortes, existen momentos más vivos y entretenidos. Los cambios no afectan al núcleo duro de sus composiciones, pero sí diversifican su estilo y hasta cierto punto, lo hacen más accesible y cercano.

Así, tras una introducción densa pero emocionalmente rica, Ivy Tripp se descuelga con dos temas pegadizos y livianos como Under A Rock y Poison, seguidos de una atípica y alegre La Loose. Stale By Noon calma los ánimos y The Dirt cambia de tercio con un fondo rock más marcado y vivaz. Por su parte, Blue es prácticamente una canción acústica y Air resulta uno de los temas más ásperos, pero no por ello desagradable. Destaca la línea de bajo de Less Than, cercano al stoner pop de artistas como Colleen Green, y posteriormente Grey Hair se acerca más al indie folk de factura más clásica. Ivy Tripp finaliza con tres invocaciones a la naturaleza y a la melancolía: la acústica Summer Of Love, los teclados pausados de la preciosista Half Moon y la contenida Bonfire. Como se puede ver, difícilmente puede resultar un disco más variado sin salirse de los moldes de un sonido propio.

Waxahatchee, como decíamos, confirma las buenas impresiones de sus dos primeros trabajos, y amplía los horizontes de su artista principal, cumpliendo con creces los objetivos de un tercer disco. El futuro pinta brillante para Katie Crutchfield, y Ivy Tripp es la prueba fehaciente de ello.

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