Por cuarta vez y como mandan los cánones, decidimos coger la mochila, la tienda y los sacos y planear nuestro paseo anual por Meerhout. Esta vez, sabiendo que la noche anterior no nos deparaba deambular por el camping intentando encontrar nuestra tienda, si no que los organizadores del Rio Rock (otro festival belga) habían preparado un preshow más que apetecible, y por un precio de risa. Cinco euritos por ver en sala pequeña a los vascos Berri Txarrak, los holandeses The Real Danger, la banda belga Cornflames y los míticos Lifetime.
Obviamente no podíamos dejar pasar por alto un plan así. A sabiendas de que se encontraba en el pueblo de al lado (dudábamos si Ham o Deck) al lado de la iglesia, una vez que dejamos los bártulos bien colocados en el camping nos dirigimos hacia allá. Sin embargo esto no fue tan fácil como esperábamos y acabamos perdidos por un camino secundario. Desde aquí tengo que agradecer enormemente al miembro de la organización del Groezrock que se paró y nos recogió en su furgoneta, llevándonos hasta la puerta del evento, consiguiendo que viéramos el concierto y dándonos una aventura que contar.
Sin embargo, entre unas cosas y otras, no pudimos llegar a la hora de apertura, perdiéndonos el concierto de Berri Txarrak (una pena, porque me apetecía bastante verlos) y la mayor parte de The Real Danger, de los cuales prometo escuchar material en el futuro para compensar, porque lo poco que oí sonaba bien potente.
Hago un breve inciso antes de contar los conciertos en sí, sólo para aclarar nuestra reacción. Lifetime eran prácticamente de los cabezas de cartel del Groez. Una banda que ha alcanzado un status de mitiquez considerable, con muchos años a sus espaldas y con un halo de máximo respeto por parte de la escena y del público. Así que imaginaos nuestras caras al ver que el escenario tenía la altura de un escalón y que seríamos unas 200 – 300 personas en la sala. Estábamos en familia con Lifetime.
Mientras estas ideas aún rondaban en mi cabeza, comenzaron a sonar Cornflames, un grupo que desconocía completamente pero que en su Bélgica natal deben ser bastante conocidos, o por lo que ponía en el cartel, debieron tener un considerable impacto en su momento. La verdad es que aquello sonaba bien y nos iba convenciendo por momentos. A ratos sonaba a punk rock más tradicional y en otros momentos surgían arrebatos de emo noventero al más alto nivel. Y era una mezcla agradable. La confirmación de que aquello merecía la pena fue cuando se arrancaron con una más que decente versión de Texas Is The Reason, metiéndose a gran parte del público en el bolsillo. La excitación por ver a las grandes estrellas de la noche no empañó la experiencia porque lograron hacerse querer e interesar a aquellos como yo que no habíamos oído hablar de ellos.
Llegó el momento en el que se caía el estadio. Lifetime salieron a escena con humildad e incluso timidez, a pesar de la ovación de gala que les cayó encima. Sin más preámbulos y sin discursos comenzaron a tocar, en un auténtico derroche de energía y cercanía. Desde el minuto uno comenzó a verse público volando por los aires, saltando desde el escenario e incluso intentando dar un abrazo a los componentes, en especial a Ari Katz, tan majo con su barbita y su gorro (tapando ese secreto a voces que es su calva). Hay que tener en cuenta que éste era su primer show en Europa desde 1997, por lo que había muchas ganas tanto de la banda (había momentos en que se les veía visiblemente emocionados por la recepción) como del público, y ese choque de energías convirtió este preshow en un concierto para el recuerdo. Dieron un buen repaso a los grandes éxitos de su discografía, cayendo grandes canciones como Turnpike Gates, Rodeo Clown o Hey Catrine, y finalizando con un sorpresivo bis en el que tocaron 25 Cent Giraffe. Una actuación que no dio tregua, una hora larga sin parar, con algún que otro agradecimiento puntual pero sin ningún tipo de concesión. Un verdadero viaje en el tiempo a un concierto de hardcore melódico a principios de los 90 en un bareto recóndito de New Jersey, y por lo tanto, un auténtico gustazo.
De esta manera, con una sonrisa en la cara (y una canción en el corazón) volvíamos de vuelta al camping, con una previa visita al bar de Meerhout, donde la fiesta continuaba, a pensar en lo que nos deparaba el festival en sí, que adelanto que fue mucho, porque el sábado dio mucho de sí.