Me gustaría empezar la crónica del segundo día con una anécdota bastante explicativa de qué es el Takio y cómo es el ambiente de este festival. Los italianos Raein tocaban este día, y curiosos por ver un partido de fútbol en España se acercaron a ver el Gimnástica de Torrelavega – Racing de Santander al estadio contiguo a la bolera. Dejaron su puesto sin vigilar, con todos sus discos, camisetas y material encima de la mesa. Gran parte de los asistentes, entre los que me incluyo, pasamos a echar un vistazo y planear qué les íbamos a comprar cuando aparecieran por allí, respetando todo lo expuesto y produciéndose una aglomeración considerable cuando por fin volvieron del partido. Ese tipo de respeto y concienciación ante el trabajo y el esfuerzo de los artistas es muy difícil de ver y me pareció muy significativo, y por esa razón me parecía perfecto para abrir la crónica.
El primer grupo de la noche eran Voltaica, que entraron con una fuerza tremenda, muy motivados y con muchas ganas, para demostrar que aunque aún hubiera luz y la gente estuviera llegando ellos iban a poner toda la carne en el asador. Post-hardcore rockero que trae ecos de No More Lies, aunque en algunos momentos introducían algunas concesiones metaleras que en el material que había escuchado no eran tan evidentes como en el directo. Una banda a la que hay que seguirle la pista porque tienen un sonido muy interesante y una puesta en escena arrolladora. Una buena manera de abrir boca para lo que vino después.
Willis Drummond consiguieron que si alguien aún no estaba animado se viniera arriba porque dieron un concierto capaz de revivir a un muerto. Sonaron de lujo y demostraron que es posible combinar un estilo a lo Fugazi con el rock más animado. Eché de menos que tocaran el cover de Rockin’ In the Free World como hicieron en la Sala Wurltizer la ,última vez que tuve la suerte de verlos, pero fue a cambio de escuchar más material propio de la banda por lo que tampoco me quejo. Les seguían Hürricade, con su hardcore gritón y potente, otro grupo que se desenvolvió como pez en el agua y al que el público le tenía bastantes ganas; y es que era imposible no sentir esa rabia e intensidad que irradia cada una de sus canciones. Si ya en su momento dije que Pariah’s Pharos era un debut muy prometedor, después de este concierto no me cabe ninguna duda de que van a llegar lejos. Muy simpático el bollo (montonín para los astures) a los miembros del grupo cuando acabó el concierto, volviendo a la conexión entre bandas y público, y la familiaridad que destila este festival.
Después de tanta mala leche venía algo de técnica de mano de Jardin de la Croix. La verdad es que me encanta su disco Ocean Cosmonauts y la técnica del grupo es intachable pero para mi gusto no acabó de lucir en su directo tanto como debería. Por decirlo en pocas palabras, lo que escuché me sonó a un post-rock muy currado más que a un math rock enrevesado y elaborado, que en parte era lo que esperaba. Acabé el concierto con una sensación de extrañeza por ese detalle, pero no dejaron duda de que a la hora de tocar dominan los instrumentos como nadie. Los siguientes eran uno de los platos fuertes de la noche, Raein, los padres de La Quiete, el mejor screamo directo desde Forli. Desde los primeros compases se vio que había muchas ganas de verlos y que eran una de las estrellas del festival, habiéndose ganado a pulso esa fama. La lluvia de gente ya desde los temas iniciales era espectacular, y parece ser que llegó un momento en que a ellos no les gustó demasiado, pidiendo el cantante algo de tranquilidad. Sin embargo, y a pesar de la advertencia no pudieron evitar que el recinto retumbara con Tigersuit, una de sus canciones más conocidas y de las más esperadas por el respetable. Se echó de menos The King Is Dead en el setlist pero eso no empañó un gran concierto y una tremenda experiencia.
Reconozco que durante Kylesa me mantuve algo más al margen que en las anteriores actuaciones. Son demasiado pesados para mi gusto, y como ya dije sobre Year Of No Light, dos baterías se me antojan demsiados, consiguiendo una cadencia excesiva para mí. Sin embargo pude apreciar que para quien guste de su estilo el concierto debió estar genial porque se veía al público bastante entregado (headbanging por doquier) y aunque el contraste con la anterior banda era considerable, las inmediaciones del escenario estaban igualmente llenas de gente hasta arriba. Cerraban la noche los míticos Adolescents, que a pesar de sus años, sus kilos de más y que no sonaron excesivamente bien sí lograron transmitir toda la energía de sus canciones como si el tiempo no hubiera pasado por ellos. La verdad es que se les veía unas sonrisas considerables mientras tocaban y me atrevo a apuntar que salieron encantados del concierto, porque la conexión conseguida era patente. A esto ayudaron temas que a estas alturas pueden considerarse himnos generacionales como No Way, Amoeba, I Hate Children o Kids Of The Black Hole. De nuevo una actuación que logró que el público no parara quieto y que en todo momento hubiera gente saltando del escenario. Una despedida por todo lo alto para la segunda noche del festival.
En definitiva, una jornada que superó a la primera, a pesar de que ésta había dejado el listón muy alto. Dos noches que dieron mucho de sí y nos fuimos de Torrelavega habiendo visto a una combinación de bandas nacionales e internacionales nada desdeñable. Grandes grupos y gran ambiente para un festival que no decepciona y que espero que no deje de darnos alegrías.