Siempre es curioso cuando un grupo tiene éxito y un cierto renombre sin ni tan siquiera haber sacado su primer disco de estudio. No es que sea malo, simplemente denota la eficacia de ciertas promociones, escoger bien el momento, o saber llevar un estilo al terreno de un público lo suficientemente amplio. Éste es el caso de FIDLAR (acrónimo de Fuck It Dog, Life’s A Risk, una buena macarrada ya de entrada), que ya con sus primeros EPs supo ganarse el favor de la prensa especializada y su sonido a medio camino entre el punk surfero y el garage encaja muy bien con las nuevas tendencias, y sobre todo con la revalorización de esos géneros con grupos como JEFF The Brotherhood, DZ Deathrays o King Tuff. No sólo eso, si no que saben presentar sus respetos a las canas, con una versión garajera y bastante digna de Suburban Home en el disco homenaje a Descendents de la revista Filter, Milo Turns 50. Por todas estas razones no es de extrañar que existieran bastantes expectativas y muchas ganas de escuchar su primer álbum de larga duración.
Este primer álbum recopila algunas canciones ya escuchadas y que se hacen querer desde el primer momento como Cheap Beer (un derroche de actitud y de cachondeo), No Waves y Wake Bake Skate, que ya sólo con sus títulos hacen referencia a ese nuevo revival del skate punk y del surf punk que estamos viviendo, y que parece que no ha hecho más que empezar.
Ésta es la base de su éxito, sin duda. Destilan juventud y exhuberancia, pero beben de los 80 sin dejar de sonar rabiosamente actuales. Antes cayeron nombres importantes de la escena actual, pero podrían pasar por unos Agent Orange algo más garajeros. La suciedad buscada en el sonido, lo pegadizo de los estribillos y ese aire nihilista y divertido, son las claves de una banda que tiene argumentos, a favor y en contra, para convertirse en un referente o quedarse en una moda pasajera. Su mayor fortaleza puede convertirse en su defecto más flagrante: son fáciles de escuchar, rápidos y entretenidos, pero pasajeros. Tienen calidad y pueden gustar a los aficionados al género más purista, pero a la vez parece que apelan a un público mayor, por lo que se les puede llegar a tachar de comerciales. Caminan en una línea lo suficientemente fina para que les pueda salir mal la jugada a pesar de presentar un disco de debut que realmente es interesante y más que recomendable.
Realmente la mejor opción de las presentadas es que tuvieran la suerte de alcanzar un cierto éxito y continuar con lo que hacen, porque aunque vuelven a surgir grupos de este estilo, siempre habrá algo que aportar, y la garra que tienen FIDLAR no es tan fácil de encontrar. Tanto las canciones que habíamos escuchado en los EPs y 7″ como las que nos aporta este nuevo álbum son una pequeña descarga de energía con mucha carga de punk y de estilo californiano, garajero y enérgico; sin duda tiene altas probabilidades de sonar alto y rabioso en directo. Pueden parecer algo flojos para el núcleo más duro, y demasiado duros para los recién llegados, pero con un par de oportunidades hacen gala de serias razones para convertirse en el disco de cabecera de cualquiera. Pura diversión, y como ejemplo, el single de presentación, Cheap Beer.