Se da el curioso caso de grupos que no se sabe de dónde salen y cómo llegan a tus manos, como sucede con Dime Runner. Provenientes de Fullerton, California, y bajo el manto de Resurrection Records, presentan su primer disco que llega bastante arropado por la crítica y con una considerable difusión informal a través de las redes sociales.
Sin duda que un grupo como éste se ve muy beneficiado por la coyuntura musical actual, con el enésimo renacer del skate punk, y en mayor medida, con una salud envidable del punk y el rock de corte garajero. Hace unos años les habría costado más conseguir que el boca a boca les funcionara tan bien, sin intención de quitar mérito a su música y a este álbum de debut. Sin embargo, y considerando la amplia oferta de grupos de la que disfrutamos gracias a internet, ¿qué hace especiales a Dime Runner?
Para empezar, el sonido de este disco es mucho más punk que los de otras bandas de esta tendencia. Está a medio camino, como FIDLAR, que ya aparecieron recientemente por aquí, pero suenan más diáfanos, y son más rápidos y contundentes. De hecho, en ciertas canciones existe un notable parecido con Dead Kennedys, como en el tema de apertura y que da nombre al álbum, o en Recharged Rejects. Ese aire californiano es más marcado y trae ecos más clásicos y ochenteros, a la vez que es imposible escuchar cortes como No Money No Home y no pensar en Jay Reatard. Se mueven en ese espectro, balanceándose, y dependiendo de unos temas u otras pueden dirigirse más hacia el punk de corte bailable, letras ácidas pero pretendidamente descerabradas y repleto de coros; o por el contrario, girar hacia un sonido más duro y garajero, pero más limpio y menos distorsionado de lo usual.
La otra, y principal razón por la que brilla Race To Nowhere es porque es tremendamente divertido. Once canciones sin tregua para un disco que sabe a qué sentimientos y estados de ánimo apela, tiene clara su razón de ser y no aspira a más, lo que tiene sus pros y sus contras. Dentro de quince años es posible que nadie se acuerde de este álbum, pero sí de lo bien que se lo pasaron mientras estaba sonando.
Por último, y dado el gusto de esta página por los covers, no queda otra que mencionar la estupenda versión de Warsaw de Joy Division como broche final de este debut. A la altura de la versión de Swing Kids, aunque de otro estilo, y sin hacer un feo a la original. Un atrevimiento considerable, pero les ha salido bien la jugada.
Suponiendo que todos estos argumentos sean suficientes para despertar el interés en una banda que desde el inicio tiene bastante claro lo que hace, aprovechad y escuchad (y si os gusta, animaos a comprar) Race To Nowhere en el Bandcamp de Resurrection Records, energía y motivación garantizada.