Una de las fechas a marcar en el calendario todos los años, a pesar de que a medida que pasa el tiempo sea más difícil sacar el tiempo y el dinero. La capital europea del punk rock aguardaba un año más la peregrinación de sus fieles con un cartel inigualable, mezcla de lo mejor de los clásicos y las novedades más pujantes.

La mañana del sábado comenzaba tranquila, tal vez demasiado, teniendo en cuenta que unas horas después iba a tener lugar el momento de hacer elecciones bastante difíciles y que causaron que algunas, a pesar de su renombre, no tuviera un público acorde a su fama, como fue el caso de Rocket From The Crypt. Después de tantear el terreno, el inevitable reencuentro con las tres carpas y echar cuentas sobre qué ver y durante cuanto tiempo, la primera cita del día fue Streetlight Manifesto. A pesar de que el ska punk no sea un género muy tratado por esta página, la verdad es que el estilo de esta banda está lo suficientemente trabajado como para llamar la atención de los profanos, gracias a la buena mano de Tomas Kalnoky, también conocido por Catch 22.

Los siguientes en la lista eran Samiam, aunque debido a que se solapaban con Pulley no fue posible ver la totalidad del concierto. En todo caso, siguió la línea de lo visto en anteriores ocasiones, un setlist tremendo con todas sus canciones emblemáticas, y una voz que no acaba de estar en forma del todo en la otra cara de la moneda. A pesar de sus fallos, un grupo para volver a ver ya que con su dilatada trayectoria no hacen más que acumular grandes canciones que siempre es un gustazo ver en directo. Pulley empezaban rápido, alegres, apasionados, trayendo la pura esencia de los 90.  A Scott Radinsky le ha sentado bien que le echaran de los Cleveland Indians para volver a comerse el escenario junto con una de las bandas más icónicas del punk melódico. Se les echaba en falta y se notó que hacía tiempo que no pisaban por tierras europeas, y la verdad es que la energía  con la que subieron al escenario era contagiosa. Dejaron grandes temas como The Ocean Song, Working Class Whore, y por supuesto, Insects Destroy. Fue una decisión difícil dejar a medias el concierto de Samiam pero mereció la pena por el auténtico viaje a un pasado idílico que simbolizó el directo de los californianos, Vans y Dickies incluídos.

Más tarde, y sin cambiar la mentalidad, Implants demostraban que cuando uno quiere los años no pesan. Todos sus miembros tienen ya una edad, y a pesar de ello se dejaron la vida en el escenario presentando su primer trabajo From Chaos to Order, en la tradición del mejor melódico. Un nuevo grupo que no se deja llevar por la corriente y que, tarde, ha decidido tocar la música de su juventud como si no hubiera un mañana. Por esta razón, el contraste con la siguiente banda fue tremendo. Title Fight salían con toda la exuberancia de la temprana edad de todos sus componentes. Mostraron simpatía, humildad y cercanía, pero sin renunciar a toda la energía y garra de sus discos. Más que merecedores de un aplauso, a pesar de estar impresionados ante la afluencia masiva de público a su concierto. Floral Green, un disco muy querido por esta página, suena espectacular en vivo, y las canciones de Shed aportan también el punto exacto para animar al respetable y mantener el ambiente vivaz y festivo. Una de las grandes sorpresas del festival, que confirma la promesa de futuro que supone esta banda.

El primer concierto de la noche no podía ser más deseado y emotivo: la reunión de los miembros originales de Texas Is The Reason sobre un escenario, algo soñado desde el concierto acústico de Garrett Klahn de la edición del año pasado. Sonaban compases de Do You Know Who You Are? y el grupo salía entre grandes clamores de un público no demasiado numeroso, pero sí entregado. Una hora que supo a poco, y que a pesar de ser vibrante con temas como Back And To The Left o A Jack With One Eye, se dejó en el tintero algunas de sus canciones más sentidas, pero aún así emocionante como pocas. Tocaron con auténticas ganas, y por lo visto no se esperaban un recibimiento tan cálido, por lo que tanto los asistentes como la banda acabaron con ganas de más y con sensación de haber visto algo único que llevaba demasiado tiempo sin suceder. Acto seguido y en el mismo escenario tocaba el turno de Turbonegro, los cuales arrastraban a una considerable legión de fans (Turbojugend, como se hacen llamar) y que cambiaba completamente el ánimo melancólico y agridulce de Texas Is The Reason por pura diversión. Salieron a escena disfrazados de manera bastante estrafalaria y dejaron constancia de su buena humor con sus hits más irreverentes como All My Friends Are Dead o You Give Me Worms y un final coreado por todo el respetable con The Age Of Pamparius y I Got Erection. El cambio de cantante no les ha hecho tanta mella como cabría esperar, y hay que reconocer que son todo un espectáculo de buena música y sano cachondeo, con un directo arrollador y cargado de humor y mala leche.

La nota negativa de la noche, por desgracia, quedó en manos de Rise Against. A pesar de que su setlist dio cabida a algunos de sus temas clásicos, el grupo ha dado un giro hacia el rock de estadio que no les acaba de sentar bien. Efectos extraños en la voz, omnipresencia de Tim McIlrath y una actitud de estrellas del rock que no casa ni con sus letras ni con el mensaje que quieren transmitir. Además de esto, en un concierto de tan sólo una hora, permitirse tocar dos canciones acústicas no fue su mejor idea. No fue suficiente para aguar un día cargado de emociones fuertes, pero sí confirmó la trayectoria descendente y conformista de una banda que en su día fue sinónimo de autenticidad y compromiso.

Así finalizaba el sábado 27, quedando por delante aún un domingo con bandas tan grandes y dispares como Iron Chic, una enésima reencarnación de Black Flag o los incombustibles Bad Religion; crónica que, si todo va bien, podréis leer mañana en Frog The World.