El segundo día amanecía frío, pero a pesar de las inclemencias del clima belga, ya desde primera hora de la mañana había conciertos tan interesantes como Nothington, que se encargaban de abrir el escenario grande e intentar dar algo de calor, teniendo un horario que no les favorecía en absoluto. Un directo muy esperado, que consiguió encandilar al público a pesar de su condición tempranera. Breve pero intenso, con canciones como The Escapist, Where I Stand o Not Looking Down, en un somero repaso de sus tres discos, dejando claro el buen hacer de la banda y la consistencia tanto de su sonido como de su juego de voces. Una buena manera de comenzar la jornada con energía, y de paso quitarse las legañas y la espinita de un grupo que en otras ocasiones había logrado escaparse.
Los siguientes en el orden del día eran Masked Intruder con su pop punk facilón pero con muchas dosis de sano cachondeo. Sin quitarse sus máscaras, con chascarrillos entre canción y canción, y con una sorprendente afluencia de gente a pesar de su corta carrera; estos misteriosos enmascarados van consiguiendo una cierta notoriedad tanto por su puesta en escena y sentido del humor, como por su música divertida y sin complicaciones. De vuelta en el escenario principal, Smoke Or Fire daban un concierto sólido y aunque no especialmente llamativo, denotaba que la banda tiene más garra en vivo que en sus discos, que aún con buenos temas, no acaban de conseguir sacar un álbum completo que les haga dar el salto. Consiguieron aprovechar el tiempo y dar bien de juego en sus 45 minutos, dejando canciones como The Speakeasy, Integrity o What Separates Us All, que ya llamaban la atención en sus trabajos, pero que definitivamente ganan con el directo.
Una de las grandes sorpresas del festival vino de la mano de Iron Chic, partícipes y herederos del sonido de Latterman, que dieron un directo tan sencillo como animado, cargado de cercanía y de autenticidad, logrando enganchar a muchos de los que se habían acercado por mera curiosidad o porque la banda les sonaba pero no les acababa de gustar del todo. Convincentes y entregados, un concierto para aficionarse a ellos e investigar más su música.
Después de intentar escuchar algunas de las canciones icónicas de The Ataris sin éxito, en un concierto con un setlist irregular y, en general, bastante aburrido, venía una de las tracas fuertes del festival, ver seguidos a Strung Out y Less Than Jake. Los primeros llegaron promocionando su gira en la cual sólo tocan tema(zo)s de Suburban Teenage Wasteland Blues y Twisted By Design, es decir, su época dorada de punk melódico. Jason Cruz sorprendía con un extraño bigote y un arrollador directo plagado de clásicos como Firecracker, Bring Out Your Dead o Blueprint Of The Fall. Motivados y sin dar descanso, aprovecharon al máximo el tiempo, y aunque no pudieron tocar ambos discos de seguido como acostumbran, sí pudieron dejar detrás un repertorio considerable. Todo un recordatorio de la potencia de este sonido tan explotado a finales de los 90. Por su parte, Less Than Jake tuvieron un arranque explosivo y mantuvieron esa actitud enérgica y animada a lo largo de todo su directo, haciendo brillar al máximo su punk trompetero divertido y sin demasiadas pretensiones. No faltaron hits de Hello Rockview y Anthem, sus discos más conocidos, buscando entretener al máximo, objetivo que consiguieron con creces. No puede decirse lo mismo de Polar Bear Club, que a pesar de sus buenos discos y su estilo similar a The Gaslight Anthem pero más movido y cercano al núcleo duro del punk de voces rasgadas, tuvo un arranque encomiable que se fue diluyendo a lo largo de un concierto que se hizo largo y pesado. No ayudaba la actitud exaltada (y algo ridícula) de su cantante, y la verdad es que fue una decepción bastante sonada ver el poco juego que daban en vivo las canciones de una banda, que aunque nunca haya acabado de despuntar, siempre ha dejado álbumes remarcables.
Tras un merecido descanso llegaba la noche con los nombres más grande: FLAG (una nueva banda compuesta por ex miembros de Black Flag, para tocar los antiguos éxitos de este mito del hardcore) y los incombustibles Bad Religion. Keith Morris y Dez Cadena demostraron estar en forma y que los éxitos de su banda legendaria no mueren. Tal vez no signifiquen lo mismo que en su momento, o que incluso pueda parecer ofensivo para los fans más acérrimos tanto uso y abuso de la nostalgia y del nombre emblemático, pero para quienes no tuvieron oportunidad de verlos en su momento, siempre es un gusto y una manera de acercar a las nuevas generaciones a los orígenes de un movimiento, y siendo sinceros, ver My War o Nervous Breakdown en directo tocado por sus artífices es difícil que no agrade. Bad Religion presentaron parte de su nuevo disco, True North, pero no se olvidaron de regalar una selección muy bien escogida de los éxitos de su dilatada carrera. Es sorprendente lo regulares que son, y como son capaces de dar siempre un gran concierto como si fuera lo más natural del mundo. Con una actitud sobria pero vivaz y cercana son capaces de abarrotar la carpa más grande el festival y lograr que todos los asistentes canten Sorrow a pleno pulmón. Es difícil intuir cuántos años les queda de girar, pero es sorprendente su entrega y las ganas que le ponen. Un broche de oro a una edición del festival cargada de grandes conciertos, sorpresas y, por desgracia, alguna decepción. Sólo queda hacer cábalas sobre el año que viene, y esperar tener el tiempo y los posibles para acudir una vez más. ¡Hasta el año que viene, Meerhout!