Este año albergaba muchas expectativas, y también hay que decirlo, muchas ganas, hacia el nuevo trabajo de Phoenix. Cuatro años desde aquel Wolfgang Amadeus Phoenix que tanto revuelo armó, en el que se veía que no eran los mismos de United, pero lograban reinventarse sin romper con su material anterior, y de tal manera que no se echara de menos su estilo inicial. Un ejemplo de libro de cómo cambiar y a la vez mantenerse fiel a uno mismo.
Por esta razón todas las miradas estaban fijas en Bankrupt!, especialmente después del primer single, Entertainment, que continúa en la línea de indie pop con sintetizadores de Wolfgang Amadeus Phoenix, pero con un marcado aire oriental, que hay que matizar. No se trata de influencias de corte tradicional, si no de kitsch de restaurante chino de barrio, de tienda de descuento, en un giro que en un principio fue chocante y a algunos les descolocó completamente. Sin embargo, ¿funciona para un disco completo?
Se ha centrado mucho el debate en si Bankrupt! es Wolfgang Amadeus Phoenix Parte II o no. Es consistente con la trayectoria de la banda, suena a ellos y no significa una ruptura en su sonido; pero contiene ese giro que no le convierte en una continuación, si no más bien en una extensión, un spin off. Para la propia banda, en sus declaraciones afirmaban que esos ecos arquetípicos chinos eran una manera de rendir homenaje a lo kitsch, a las cosas que intentan ser artísticas pero se quedan plagando las baldas abarrotadas de las tiendas en las que se vende de todo, a esa música que suena constantemente pero que se ignora; y que ésa era la intención de todo el álbum. Sin duda la portada era ya toda una declaración de intenciones.
Todo esto sobre el papel suena muy bien, y es sólido conceptualmente, el problema está en la realización y en el resultado. Funciona, y muy bien, en el single Entertainment (aunque llegaron Dinosaur Jr y lo mejoraron con un espectacular cover) y en otras como Drakkar Noir, pero suena forzado en otras como Trying To Be Cool. En algunos temas es el motivo principal, y en otros tan sólo un adorno, pero prácticamente aparece este motivo en todos los cortes del disco.
Las canciones que se mantienen más fieles al sonido anterior de la banda no acaban de destacar y no tienen la vocación de hits que podían tener 1901 o Lisztomania, o If I Ever Feel Better si se echa la vista más atrás. Sin embargo es imposible no destacar S.O.S in Bel Air, la que conserva esa esencia más viva, mezclando a partes iguales una actitud vivaz y divertida con el aura sofisticada y elegante de Phoenix; que en menor medida también se manifesta en Oblique City, el tema de cierre. Por el contrario, los cuatro minutos de introducción de Bankrupt! no acaban de tener mucho sentido y hacen que el corte pierda interés por su duración excesiva; y se une a las canciones a olvidar de este álbum, junto con Bourgeois, que peca de lenta y aburrida.
El gran peso sobre las espaldas de Phoenix es lo que hace que Bankrupt! deje con la sensación de que se ha perdido algo, que no ha sabido dar de sí lo suficiente, o que la banda no estaba en su momento creativo más brillante. Hay buenas ideas y voluntad de innovar pero no acaban de conseguir algo novedoso, y el toque kitsch – oriental está avocado a quedarse en una anécdota. Un disco para quedarse con unas cuantas canciones y esperar que el siguiente sea más inspirado, y por fin pueda volverse a hablar de un nuevo bombazo de la banda francesa.