No paran, no pueden dejar de crear. Thee Oh Sees son incansables y tienen suficientes ideas como para haber sacado 7 discos de estudio desde 2008. Una cifra abrumadora que no está al alcance de cualquiera. Pero no son cifras todo lo que entra en juego, si no que cada uno de estos álbumes traiga consigo una experiencia, algo remarcable y que lo haga distinto a los demás. Y, otra vez, se vuelven a marcar un tanto, porque Floating Coffin sabe reenganchar, divertir y sorprender.
Putrifiers II demostró que Thee Oh Sees tenían cuerda para rato y que lograban dar una vuelta de tuerca a su sonido sin traicionarse. Continuidad e innovación se daban la mano y se abría un nuevo camino de baldosas de oro para la banda. Floating Coffin tranquilamente podría haberse llamado Putrifiers III (o Putrifiers II 2 rizando el rizo) pero no es sólo una secuela, es otro giro, otra iteración, otra manera de dilatar pupilas y explotar cabezas.
El estilo particular y ecléctico de Thee Oh Sees impregna todos los cortes de Floating Coffin. Las canciones más aferradas al sonido garajero, movido e incluso bailable se dejan ver desde la apertura con I Come From The Mountain, en la línea más continuista y cercana a los inicios de la banda. No hay un disco de ellos que no posea algunas canciones con esta idea, porque la verdad es que nunca sobran, están realmente bien confeccionadas y saben transmitir energía y son capaces de despertar a un muerto. La maestría de Thee Oh Sees en este campo también sale a relucir en temas como el que da nombre al disco, Floating Coffin, aunque tiene una estructura más elaborada y basada en cambios de ritmo; Maze Francier o Tunnel Time, en estas dos con importantes dosis de psicodelia, consiguiendo que el disco en conjunto suene tan animado como variado. Son estos cortes los que conservan el aura pretendidamente ligera y divertida, puro entretenimiento sin más complicaciones de las necesarias.
Sin embargo, y a pesar de lo disfrutables que son las anterioes canciones, donde más brilla el álbum es en las canciones más relajadas o con una cadencia más marcada, como es el caso de Toe Cutter/Thumb Buster, Strawberries 1+2 o el primer single, Minotaur, mucho más enrevesadas, y con una mezcla de estilos considerable: desde el garage originario, pasando por psicodelia, lo-fi e incluso tonos de stoner y sludge en los momentos más guitarreros y pesados. Sabe combinar los momentos más tranquilos con otros de gran agresividad y garra, pasando por atmósferas completamente agobiantes como la presente en Night Crawler. No hay un corte que desmerezca o que no aporte nada a la experiencia total, aunque obviamente dada la diversidad de registros, dividirá al público en cuanto a sus canciones favoritas, algo que tiene más de fortaleza que de defecto.
La gran virtud de Floating Coffin es que a pesar de la omnipresente distorsión, es fácil individualizar cada una de las partes de la ecuación y ver el inmenso trabajo y dedicación que hay detrás, y como ceden un posible protagonismo para conseguir un disco coherente y completo, capaz de tocar muchos géneros pero enmarcarse en un sonido propio, personal y único. Capaz de colocarse al lado de los mejores lanzamientos de Thee Oh Sees y un álbum obligado para 2013, una reinvención tan sorprendente como divertida de un estilo y un nuevo viraje en el camino de un grupo que a pesar de los cambios, siempre sigue hacia delante.
Hola Turiruri!!!!
Toy fomentando que la gente deje su comentario…da igual si lo leen o no jijiji (es broma)
Muak!!!!
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