La última jornada del festival, a pesar de su olor a despedida, tenía mucho que ofrecer aún. Pesaba algo en el ambiente la caída del cartel de Band Of Horses, que eran sustituidos por Deerhunter, que de esta manera tripitían su participación en la programación del Primavera Sound. Rodríguez también dejó un hueco libre, que fue rellenado con solvencia por Chucho, a pesar del tirón del primero debido en parte a la película Searching For Sugar Man.
Sin embargo, y antes de entrar con lo vivido por la tarde, hay que hablar de una de las cosas que mejor sabor de boca nos dejaron, los conciertos matutinos en el Parc de la Ciutadella. Un evento gratuito en el que pudimos ver a artistas de la talla de Univers, The Babies, Merchandise y King Tuff. Los primeros sacaron brillo a su post punk con toques garajeros y de shoegaze, dando a conocer algo más La Pedregada, que en directo suena realmente bien. The Babies nos daban un adelanto de lo que veríamos por la noche en el Parc del Fórum, con su indie rock mezclado con mucho lo-fi, y apoyado sobre la mezcla de las voces de Kevin Morby de Woods, y Cassie Ramone de Vivian Girls. Saben justificar toda la expectación que llevan a sus espaldas, y está cada vez más claro que van a ser una de las bandas revelación de este año (aunque ya cuentan con dos discos en su trayectoria), y lo demostraron con canciones como Slow Walkin, Mess Me Around o Mean. Por su parte, Merchandise congregaron a una buena multitud, después del éxito de Children Of Desire, y el revuelo que está montando Totale Nite, su último EP. Consiguieron enganchar al respetable a través de su mezcla imposible de géneros, desde el post punk hasta el fuzz rock, y sorprende la voz de su cantante, Carson Cox, que no pierde un ápice de fuerza e intensidad en directo, recordando al mejor Morrissey. Por último King Tuff cerraba el evento dando un recital de diversión y simpatía, cantando con sus pintas de macarra de papel maché y con una sonrisa constante en su cara, dejando temas tan pegadizos y fáciles de escuchar como Keep On Movin’ o Alone and Stoned. Un cierre inmejorable para una mañana repleta de conciertos que nada tiene que envidiar a los conciertos del festival en sí.
A pesar de los cambios antes descritos, el plantel de artistas seguía siendo muy sólido, y la tarde comenzaba con uno de los grupos nacionales que más ruido han hecho con su último trabajo en 2013, Guadalupe Plata. Su atractiva mezcla de rock y blues obtuvo bastante público, y logró interesar no sólo a los que ya les habíamos escuchado anterioramente, si no también a parte del público extranjero que pasaba por allí. Una oportunidad perfecta para darse a conocer, y que la banda de Úbeda supo aprovechar gracias a sus ganas y a su buen hacer a los instrumentos.
Acto seguido, pasábamos un rato largo en el escenario Smint, donde primero tocaban Syberia y acto seguido Bullitt. Los primeros sacaban a relucir su reciente disco Drawing A Future, que a priori por su carácter y la duración de sus cortes puede parecer que choca con la fugacidad de este tipo de conciertos (entre veinte minutos y media hora) pero lograron al menos darnos a probar la intensidad y potencia de temas como Colossus Collapse. Por su parte, Bullitt aprovechaban para presentar So Many Ways, uno de los discos favoritos de esta página en este año. Sonó realmente bien y demostró que su estilo sigue en plena vigencia por la afluencia de gente y por el ambiente alegre que se respiraba. No sólo eso, si no que con Lucky se oyó corear a los asistentes, e incluso hubo un «espontáneo» que subió al escenario. Es realmente emocionante constatar que este escenario cada año que pasa se va quedando más pequeño, y ver que grupos nóveles (y no tan nóveles) de la escena nacional atraen cada vez a más público.
El siguiente concierto, y después de una considerable espera para poder verlo desde una posición privilegiada, era uno de los grandes nombres de la noche. Wu-Tang Clan salían a escena como si no hubieran pasado por ellos los años, aunque se podían constatar dos faltas graves: Method Man y Raekwon. A pesar de estas ausencias, lograron solventar perfectamente el show, demostrando el carisma de la banda (y especialmente el de RZA) animando al público en todo momento, que se mostró más que proclive a seguirles el juego. Aproximadamente los primeros cuarenta minutos fueron un repaso de su primer álbum, Enter The Wu-Tang (36 Chambers), con cortes sacados de Bring Da Ruckus, Da Mistery Of Chessboxin’ o C.R.E.A.M, entre otras; aunque también hubo hueco para canciones más actuales como Gravel Pit. Hubo dos momento cuanto menos curiosos: en el que se sacaron de la manga un extraño cover de Come Together de The Beatles, y una especie de remix de la canción Method Man sin estar presente éste. La obsesión por los pits de RZA quedó patente, y logró que se montara uno enorme para el gran final con Protect Ya Neck. Un espectáculo que puede que no pegara mucho con la programación usual del Primavera Sound, pero que fue muy disfrutable, y siendo sinceros, divertido a rabiar.
Sin que decayera el ánimo nos dirigimos a Dan Deacon, que una vez más probó su valía como showman aparte de su calidad como músico. Con una banda compuesta por dos baterías, un teclista y él mismo, y al grito de «This is logistically impossible!» intentó por todos los medios y con un entusiasmo increíble poner a bailar y jugar a todo el público. Puede apuntarse un tanto por convertir su concierto en un gigantesco túnel humano, y lograr crear ese clima distendido y animado que consigue en sus espectáculos, sólo que esta vez con muchísima más asistencia. Toda una experiencia digna de ver, y de participar en ella. Una vez acabó, en el escenario Vice, veíamos por segunda vez en un mismo día a The Babies, que cambiaban algo el setlist para dar un concierto más enérgico y acorde a la hora, pero con todas las virtudes que ya demostraron por la mañana en el Parc de la Ciutadella.
Quedaban ya pocos conciertos por ver, uno de ellos el esperado paso por el festival de My Bloody Valentine. No sonaron nada bien, la voz apenas se oía y aunque paulatinamente fue mejorando, para un grupo que se enorgullece de tocar siempre bien alto, estos fallos fueron una decepción. Su setlist, sin embargo, estuvo a la altura, favoreciendo por supuesto a Loveless, pero introduciendo algo de mbv. A pesar del currado final con Wonder 2 y que fuera progresivamente mejorando el sonido, supo a poco y dejó un regusto agridulce en todos aquellos que deseábamos un concierto más a la altura de la mitiquez de la banda. Ya derrotados (aproximadamente 16 horas de conciertos en un día) y despidiendo el festival, pudimos escuchar algo de Hot Chip, abarrotando el escenario principal con su How Do You Do?, pero hay que reconocer que no nos quedaban fuerzas y ya los disfrutaremos en otra ocasión más propicia.
El tag #bestfestivalever era toda una declaración de intenciones (y una exageración, todo sea dicho) pero la verdad es que esta edición del Primavera Sound dio muchísimo de sí, y salvo alguna decepción y ciertos detalles mejorables, nos dejó más que satisfechos (y agotados). Tanto, que con sólo Neutral Milk Hotel confirmados, ya tenemos entrada para el año que viene. ¿Qué nos deparará la edición de 2014?