Sábado y domingo seguían conteniendo grupos interesantes y buenos momentos, ya que el festival aprendió de sus errores de anteriores ediciones, a efectos de que no se produjera un éxodo masivo el último día y dejar las jornadas principales del festival más compensadas. Con esa misma intención, el domingo por la mañana se celebró una fiesta «sorpresa» (Clandestine Sound) en el escenario con la famosa piscina, que incluía tres sesiones de Nasty Mondays, 2 Many DJs y Feed Me, con una tremenda afluencia. Pequeñas triquiñuelas que dejan ver cuando la organización hace un buen uso del feedback que recibe.
Entrando ya en materia, la noche del sábado comenzaba con los londinenses Klaxons. Sabiendo que disminuyeron su intesidad en el paso de su primer álbum al segundo, en el que intentaron separarse algo de la «nu rave» sin demasiado éxito, pero aún así tienen buena material para mostrar en el escenario, nos dirijimos al Escenario Desperados. Allí estaban, con sus ropas horteras (peinado a lo cenicero incluído) y con un repertorio que no se olvidó de los éxitos de su carrera: Atlantis To Interzone, Golden Skans, Echoes y Twin Receivers, entre otros. Una buena manera de comenzar, seguida de los finlandeses Satellite Stories, con su indie rock más ortodoxo en la línea de Two Door Cinema Club, pero igualmente entretenido y bailable. Presentando su segundo disco de estudio, Pine Trails, que sigue la línea de Phrases To Break The Ice. Uno de esos directos para coger el gusto a una banda e interesarse por ella, sobre todo con canciones como Campfire, Sirens o Family.
A pesar de las ganas por ver a The Drums y el renombre que tienen, hay que reconocer que su concierto fue, en pocas palabras, aburrido. Fríos y desmotivados, no lograron encender al público a pesar de repasar sus canciones más conocidas, como Let’s Go Surfing, Best Friend o Money. Posiblemente la mayor decepción del festival, no por falta de calidad, si no por falta de ganas de la banda, algo que siempre duele ver. No puede decirse esto de Reptile Youth, unos debutantes que salieron al escenario dispuestos a dejarse la piel. Una auténtica locura, especialmente en su hit Speeddance, en el que el cantante decidió que tirarse al suelo de cara (dos veces seguidas) como si fuera una piscina era una buena idea. Anécdotas aparte, un directo intenso, tremendamente divertido y una carta de presentación sobresaliente para esta banda. Les seguía el espectáculo en vivo de The Bloody Beetroots, que a pesar de ser conocidos principalmente como DJs se presentaron con una banda completa, piano de cola (con sintetizadores) incluído. Aparte de la espectacularidad, sorprendieron con una sesión completa y muy potente. Se sucedieron Spank, la versión de New Noise de Refused, y por supuesto, el final con 15 minutos de Cornelius. Cerraba la noche BeGun, con su estilo mucho menos contundente pero no menos interesante, una de las promesas de la electrónica española.
Después de la fiesta Clandestine Sound del domingo, algunos hacíamos acopio de fuerzas, interesados por ver el concierto de La Bien Querida a primera hora de la tarde. Este proyecto de Ana Fernández-Villaverde ha logrado pegar con bastante fuerza desde su debut en 2009, y siendo uno de los artistas con una trayectoria más rápidamente ascendente desde entonces. Indie con toques electrónicos, melodías tranquilas y misteriosas, y unas presentaciones a caballo entre lo kitsch y lo malrollero son su carta de presentación; consiguiendo unos concierto tan disfrutables como inquietantes. Retornábamos más tarde para presenciar el cabaret bizarro de Bonaparte (otro incapaz de abandonar la «nu rave»), que llena el escenario, aparte de con su banda, con un buen número de performers, a cada cual más particular, para animar el ambiente, y en cierto modo, escenificar las canciones. Todo un espectáculo al ritmo de Too Much, I Can’t Dance o Do You Wanna Party?, no apto para quien se escandalice fácilmente.
Después de las excentricidades de Bonaparte, es normal que The Maccabees parecieran algo sosos. No fue un mal directo pero les faltó algo de fuerza y entrega, a pesar de sonar más guitarreros que en sus álbumes de estudio. Es posible que las ingentes cantidades de público intimiden en un festival como el Arenal, pero a los de Brighton se les vio demasiado comedidos, a pesar de que temas como Pelican, Young Lions o First Love sonaron considerablemente bien. The Fratellis saben cargar bien con el sambenito de «one hit wonder», y quien les haya visto en directo puede asegurar que dan bastante más de sí. Con un carisma arrollador y unas ganas envidiables, supieron sacarse de la manga sus canciones más movidas para complacer a un público que en muchos casos sólo quería oír Chelsea Dagger pero que también se contentó con 3 Skinny Girls o Fratelli Baby. Es fácil recuperar el respeto a esta banda una vez vistos, a pesar del olvido en el que cayeron después de un gran éxito.
Los noruegos Kakkmadafakka no fallaron en presentarse como una enorme máquina de entretenimiento masivo. Con un gran sentido del humor y unas canciones tan divertidas como bailables no fallan a la hora de dejar huella en su paso por España (les debemos gustar bastante porque siempre nos visitan en verano, y posteriores giras). Aprovechaban la ocasión también para estrenar en directo Six Months Is A Long Time, su último álbum de estudio. Perfectos para moverlo, y para dar paso a los Zombie Kids, otro clásico de los festivales veraniegos. En su línea, sólo dan el 100% en los festivales grandes, poniendo el cierre al festival con una sesión bien trabajada y acompañados de voz, algo que siempre se agradece. Mezclando sus canciones propias (Live Forever 2012, Face, Fire…) con remixes y mashups improvisados, lograron que el festival acabara con un buen sabor de boca, a pesar de que dé rabia lo irregulares que pueden ser sus actuaciones.
Vista cuál es la fórmula del éxito del Arenal, ofertando planes tan distintos dentro de su propio cartel, no es de extrañar que su afluencia haya subido como la espuma en los últimos años. Un evento que no deja de desprender un aroma a vacaciones de sol y playa, pero que también ofrece bandas y conciertos interesantes, sobre todo para los más fiesteros, pero con un abanico convincente y sólido. Un nuevo clásico entre las citas musicales veraniegas del panorama nacional.