La mañana del último día en Aranda de Duero empezaba con fuerza. Pudimos ver a Ángel Stánich en una Plaza del Trigo abarrotada, y un concierto de Izal, que repetían después de su concierto sorpresa en la amañada fiesta de disfraces previa al festival el miércoles. Empiezan a despuntar como una de las grandes promesas, de esos grupos privilegiados que a pesar de poder ser considerados independientes (su primer disco es autoproducido, para más inri) llegan a las masas. Es más que probable que el año que viene  toquen en uno de los escenarios principales y que de nuevo el público se mueva con Extraño Regalo o Tu Continente y se enternezca con Qué Bien y La Mujer de Verde.

Aún con todo lo dicho, lo que restaba de día tenía mucho por ofrecer. Pony Bravo, con la nueva relevancia ganada gracias a su último disco, y especialmente debido a la popularidad de El Político Neoliberal, consiguieron una gran afluencia a su concierto, prácticamente igual al que se vivió en la Sala Porta Caeli en su paso por Valladolid. Su fórmula funciona mejor en sala que al aire libre, pero sonaron considerablemente bien y está claro que su mezcla de rock, blues y psicodelia con humor y mala leche, puede calar hondo ante grandes audiencias. El contraste venía con Standstill, que presentaban su espectáculo Cénit, una experiencia audiovisual cuyas protagonistas con unas vidrieras de catedral en el escenario que cambian dependiendo de la canción. Bastante impresionante estéticamente, y un acompañamiento inmejorable para una banda que empezó en el post-hardcore y ahora enmarcados en un indie rock algo experimental, muy ambicioso y lleno de posibilidades. Sin duda el concierto más interesante de la noche.

Se lo habían puesto difícil a la combinación de The New Raemon con Maga. Optaban por un directo más calmado y sensible, con canciones de cada una de las partes de esta colaboración. Por un lado destacaron Astrolabios, Diecinueve o Silencio de Maga; y El Refugio de Superman, Lo Bello y Lo Bestia y La Cafetera de The New Raemon. Finalizaron con una la versión de éste último de Te Debo Un Baile de los incombustibles Nueva Vulcano, un bonito homenaje a una banda que no estaría nada mal ver en la próxima edición de este festival. Uno de los momentos que congregaron a más gente sin duda fue el concierto de Supersubmarina, uno de esos grupos que como dije en su momento con Miss Cafeína, que están más anclados en el mainstream (por mucho que fuera un placer culpable, tener una de tus canciones en la banda sonora de Gandía Shore…) a pesar de su participación en estos eventos. Dejaron canciones pegadizas como De Las Dudas Infinitas, Kevin McAlister o la ya referida Puta Vida. Uno de esos conciertos que a pesar de su éxito no te acaba de decir nada.

Algo parecido sucedía con los mallorquines L.A., que si bien tienen un punto de rock puramente americano interesante algo más alejado del sonido general del festival, no acabaron de levantar todo el interés que deberían, aunque Dualize gana enteros cuando suena en vivo. Cerraban los escenarios Kostrok, el dúo de DJs valencianos que ha dado el salto con Right Now, que apostaban por una sesión divertida, variada y con un guiños a los más diversos estilos de música; ideal para fundir las pocas fuerzas que quedaban después de tres días de festival más la noche de prefiesta.

No puedo dejar de comentar algo que sucedió en la carpa electrónica con Kill The Hipsters DJs, que se llevaron una sonora pitada tanto porque sonaban muy bajo como por lo tranquilo de la música que pinchaban. Un detalle desagradable que afeó el cierre del festival, y que no acabé de entender, porque si no te gusta el DJ lo que se suele hacer es irte, no montar una escena. En fin, cosas que pasan a última hora de la noche pero que no por ello son justificables.

Detalles aparte, el Sonorama vuelve a ser una experiencia tan completa como intensa y más que recomendable. Claramente uno de los destinos obligados a la hora de saltar de festival en festival en Agosto. Con todo esto dicho, ya sólo nos queda esperar qué sorpresas habrá preparadas para el festival de Aranda de Duero en 2014.