Dos veces en este año toca hablar de la alargada sombra de Latterman, esta vez con ocasión del nuevo lanzamiento de Iron Chic. Esta formación nació con la esencia de un supergrupo (también hay componentes de Small Arms Dealer), pero sin el impacto mediático de uno. A pesar de todo, poco a poco y gracias a unos EPs y Splits bastante resultones y con discos como Not Like This, y sobre todo con grandes conciertos como el que dieron este año en el Groezrock, se han ganado un lugar en el corazón de todo aficionado al punk.
Y es que es muy difícil que la cercanía y simpatía de Iron Chic disgusten, y es igualmente complicado no sentir algo de empatía con su visión cínica y desencantada del mundo, y con sus letras, siempre con los pies en la tierra, equidistantes tanto de la crisis mundial actual como de cualquier crisis personal; con el que es fácil identificarse, y aunque sea por un momento, convertirlo en parte de la banda sonora propia de quien les escuche.
The Constant One, a pesar de estar elaborado por unos músicos veteranos, viene precedido por todos los problemas e inquietudes que causa el segundo disco. Not Like This era un buen álbum pero no acababa de brillar, y tenía ese sambenito de «más de lo mismo» que puede pesar sobre las bandas que no dejan de ser una continuación de otra anterior. Este nuevo trabajo, logra rasgarse las vestiduras, y aunque obviamente su sonido sigue recordando a Latterman, lo hace de una manera más propia y personal, más como una extensión de ese sonido, que como unos meros seguidores.
Tarda en arrancar el disco, después una intro titulada irónicamente The End y la canción con aires punk-pop Bogus Journey, que a pesar de ser correcta y divertida, sabe a poco. Estas sensaciones vagas del inicio se diluyen rápidamente con la fantástica (Castle) Numbskull, que juega con el tímido principio, más lento y con un volument más bajo, y la explosión posterior. Una tema punk honesto, directo y efectivo. No decae la racha comenzada por el anterior corte en Wolf Dix Road, cuatro minutos que se hacen cortos gracias a una gran combinación de voces entre Jason Lubrano y Phil Douglas y un ritmo tan incesante como potente.
Prototypes es uno de los temas más enérgicos y agresivos del disco, otra canción rápida, sentida y sin concesiones. La siguiente viene directa de su último EP, Spooky Action, titulada Spooky Action From A Distance. Ya en ese trabajo era de las que más destacaban, y en The Constant One no sólo no desentona sino que se convierte en otra de las más destacadas; confirmando lo interesante y amena que es esta sección central del disco. No sucede lo mismo con Sounds Like A Pretty Brutal Murder, algo más tranquila y calmada. Correcta, pero menos inspirada, y sin estar a la altura de las que la preceden es la más genérica hasta el momento en este trabajo, y sin ser merecedora del sello de calidad que se les atribuye a Iron Chic.
A Serious House On Serious Earth es de esas canciones que crecen poco a poco y que, en un momento dado, se convierten en imparables. Otro tema rotundo y redondo, que por desgracia da paso a una de las canciones más mediocres del disco, True Miserable Experience. La letra, es lo más salvable, entre lo resentido y lo melancólico, con ese toque agridulce que tan bien sabe poner a sus composiciones la banda. El final mejora con creces con Don’t Drive Angry, creativa, inquieta y veloz, para poner el broche a un trabajo sobresaliente, el más destacado de la formación hasta la fecha.
Iron Chic presentan un álbum emotivo y sentido, que a pesar de su contenido altamente emocional sabe no caer en la autocomplacencia; y que a pesar de tratar temas tristes y escabrosos, sabe hacerlo con soltura, y sobre todo, con buena cara. Punk rock con toques de hardcore melódico y algunas gotas pop (escasas) del que es fácil caer prendado desde la primera escucha. The Constant One es uno de esos trabajos que hace afición, y otro escalón en la ascensión de una banda dispuesta a seguir, o incrementar, en fama y respeto a su predecesora.