Que sean ya finales de año no significa que deje de haber lanzamientos interesantes, y no hay que dejar que la urgencia por sacar las famosas listas y tops nuble la vista, cuando hay bandas como WANN que escogen estas fechas para mostrar sus trabajos. No es la primera aparición de este dúo por la página, y a principios de 2013, a mediados de Enero para ser concretos, figuraba su EP Gratitude como una de esas trabajos de corta duración que no hay que perderse.
Ahora, unos cuantos meses después, por fin se puede hablar de un trabajo, que sin ser muy largo (nueve cortes) sí que da más de sí que las tres canciones de su EP, y deja ver con más claridad, la propuesta y el sonido de esta banda.
Rubicone comienza como un álbum de bien, siendo la primera canción la que da título al disco. Bromas aparte, este tema supone una compilación considerable de los elementos que definen el estilo de WANN. Raíces bien firmes en sonidos de los 90, una revisión en toda regla del sonido de bandas como The Get Up Kids, Texas Is The Reason o Far, pero con la particularidad de ser un dúo, como en el caso de Nai Harvest (más cercanos al midwest emo de la vertiente creada por Cap’n Jazz) o L’Hereu Escampa, una comparación obligatoria por la cercanía y formación; a pesar de que estos últimos tengan una línea más enérgica y desatada, y los protagonistas de esta reseña escogen una vía más contenida y sobria. Por eso donde los primeros optan por sacar su vena más punk rockera, con una batería más rápida y constante, WANN deciden indagar otros caminos algo más calmados, pero con tonos ásperos y enrevesados, con tintes de math rock y post-hardcore, algo que ya se hace evidente en Mr. White, el segundo corte.
Hay una cierta faceta experimental en Rubicone que no se dejaba ver con tanta fuerza en Gratitude. Temas como Waiting o Guayedra enseñan la cara más atrevida de WANN, que no se limitan a seguir un estilo, sino que introducen sus propios elementos definitorios con estructuras complicadas y que en principio pueden resultar incómodas, pero que acaban convirtiendo las canciones en únicas y las hacen ganar en personalidad y fuerza.
En Dreamelectro se da un fuerte cambio, siendo ésta la canción más lenta e introspectiva del álbum, otra cara de los dodecaédricos WANN, en total confrontación con Happy Birthday, la más alegre y movida. Con She’s A Robot vuelven a la senda del principio del disco, así como con Celebrate. Estos dos cortes indagan en el sonido más propio de la banda, y en el que se sienten más cómodos, aunque en el segundo incluyen unos coros que la convierten directamente en una de las más divertidas del álbum, carne de directo. El final viene de la mano de You Or Nothing, con un tímido y sentido comienzo, que va creciendo hasta una explosión que nos lleva a su segunda parte, mucho más intensa y enérgica. Sin duda una buena manera de cerrar, y de dejar satisfecho a quien haya hecho el viaje completo a través de los nueve temas de Rubicone.
Si bien es verdad que los tres temas de Gratitude no daban de sí lo suficiente para coger la medida a WANN, su primer largo sorprende y cambia en ciertos aspectos la fórmula inicial, causando una inicial extrañeza, pero que va ganando valor con cada escucha. Un primer álbum valiente, variado y con más ases debajo de la manto de los que en principio aparenta; y por ello, uno de esos lanzamientos tardíos que dan las últimas alegrías a finales de año.