En la vida todo es cuestión de perspectiva. Este disco, de entrada, parece una total aberración y un despropósito tremendo, pero claro, esa sensación puede empequeñecerse después de ver en Nochebuena los especiales televisivos de Pablo Alborán y Raphael. Claro, ante tales programas todo parece una maravilla y te hace desear que el doctor Greg Graffin aparezca a marcarse un dueto por bulerías con cualquiera de ellos y el público de TVE acabe gritando a coro «One Nation Under God» o «There Will Be Sorrow No More».
Suponiendo que pudieran pasar este tipo de cosas, y volviendo a la idea principal, un disco de versiones de villancicos de la mano de unos iconos como Bad Religion es una propuesta nefasta basada en una concepción loable como es recaudar fondos para los que más lo necesitan. Ahora bien, entrando en harina, ¿qué se puede esperar del álbum navideño de esta mítica banda?En ningún momento queda claro si Christmas Songs es autoparódico, una gran broma, un intento de crítica ácida o una excusa cualquiera para colectar dinero para una buena causa a través de una contradicción cómica. Ver el símbolo de la cruz tachada mientras escuchas White Christmas tiene un punto de ironía que puede ser una de las pocas virtudes que sacar a este lanzamiento y que sólo será recordado por los múltiples «WHY?» de un Dan Ozzi furioso y con razón.
Sí que es verdad que en el plano musical más de una vez (y más de dos) se han mezclado géneros y ha resultado que la suma de las partes es mejor que cada uno de ellos por separado, pero punk y villancicos es una combinación difícil y hablando en plata, ridícula. Fueron objeto de crítica en su día las sucesivas entregas ( y cada vez peores) de Punk Goes Pop, y todas sus diversas iteraciones, y este disco no se libra de recibir el mismo tratamiento, a pesar de que quienes estén detrás sean Bad Religion. Punk rock no significa tocar las canciones con los instrumentos típicos (guitarra, bajo, batería) y un tono acelerado, por más que se empeñen. De hecho los únicos temas que se pueden salvar de la total quema de este trabajo son aquellos en que obvian totalmente la versión original y sólo respetan la letra como es el caso de O Come, O Come Emmanuel o God Rest Ye Merry Gentlemen. Las demás quedan como lo dicho, una gracia sin demasiado sentido por parte de una banda que ya tiene una edad para estas cosas, y a la que tampoco le pega desarrollar este tipo de sentido del humor a estas alturas.
Para no alargar mucho un tema que suponía simplemente un guiño navideño a estas fechas señaladas, decir que después del patinazo que supuso The Dissent Of Man y la recuperación de la banda apuntada por True North, encontrarse con un álbum como éste da que pensar. El respeto a su dilatada trayectoria, sus vibrantes directos y sus incorruptibles valores queda algo dañado por esta patochada, que habrá que suponer que a ellos les pareció una genialidad. Así que lo único que queda, visto lo visto, es reiterar: ¿POR QUÉ?
¡Felices fiestas a todos, de corazón, de parte de Frog The World!