Hay momentos en que toca cambiar de tercio y prestar la debida atención a aquellas cosas que uno va dejando atrás mientras se deja seducir por lo que le es más evidente e intuitivo. Como ya se ha dicho más veces en Frog The World, estamos en un constante y continuo proceso de aumentar nuestras miras y nuestros horizontes, y ésa es exactamente la labor de entradas como la presente.
Hoy, Los Diarios del Hipster se emplearán a fondo con tres discos que se sitúan en la vertiente más electrónica de la música independiente, pero cada uno con una propuesta distinta a la de sus compañeros de entrada: la locura industrial y nu-ravera de los camaleónicos Liars; el pop impecable, bonito y eficiente de Metronomy y los aires post-punk y preciosistas del dúo neoyorquino Phantogram. Liars.- Mess
Tras mil y un virajes y cambios de trayectoria, la banda neoyorquina Liars ha decidido abrazar su lado más retorcido y salvaje. Nacidos del post-punk y hermanados rápidamente con grupos como White Lies (la cosa es mentir) y Editors, pero rápidamente se convirtieron en la manzana que más lejos cae del árbol, para perseguir un sonido propio, más confuso y atrevido, con la poco descriptiva denominación de dance revival o noise pop.
Mess, a pesar de esa etiqueta – subgénero, poco tiene que ver con el baile. O no al menos como se conceptúa socialmente. Liars no tienen entre manos un disco para la gente que gusta de la música EDM, ni siquiera para aquellos aficionados a géneros más «duros». Su último álbum es una pieza opresiva y difícil de tragar, que en espíritu y atmósfera puede recordar a Fuck Buttons, aunque use un estilo más electrónico y menos eléctrico. Posee algo de la época dorada del industrial, unos cuantos tintes noiseros y tira de ritmos minimalistas como hacen Mr Oizo o M.O.O.N., por nombrar algunos ejemplos. Y a la vez introduce voces que podrían ser perfectamente de los abanderados de la nu rave, como pueden ser Bonaparte o Klaxons. Un cóctel complicado, ecléctico y no para todos los públicos, pero dentro de su desconcierto y su extrañeza, hay un encanto atractivo y repulsivo a la vez, pero lo suficientemente interesante para repetir. Puede llegar a ser complicado aficionarse a la nueva desviación de Liars, pero al final, tiene argumentos para conseguir enganchar.
Metronomy.- Love Letters
En una época en el que el feísmo se valora como en la actual, debe ser complicado fomar parte de una formación como Metronomy. En su mundo todo tiene buen aspecto, todo es exquisito, ideal y chic. Esta sofisticación y atención al detalle les ha conseguido un buen número de adeptos, y que lleguen a su cuarto álbum de estudio consagrados y recibidos con los brazos abiertos por los amantes del synth-pop.
Love Letters se nos presenta como un disco de hits. Se puede ver que están, por un lado, las canciones destinadas a triunfar y llegar al gran público, como son la propia Love Letters, I’m Aquarius o Reservoir. Éstas son fieles a su estilo habitual, entretenidas pero comedidas, sofisticadas y desprendiendo su elegancia marca de la casa. El problema viene cuando quieren hacer algo fuera de este registro, y resulta que de un trabajo de diez canciones hay tres destacables, cuatro normales (buenas pero no memorables), dos faltas de gracia y de interés, y un entretenimiento instrumental poco inspirado. Que no se malinterprete esto, no es un mal lanzamiento, ya que agradará a sus seguidores y conseguirá nuevos adeptos, pero deja la impresión de que la banda está más preocupada por hacer videoclips currados y llamativos y colaboraciones con Michael Gondry que por sacar un disco sólido y sin fisuras. A veces la excesiva preocupación por lo estético pasa factura.
Phantogram.- Voices
Engancharse a Phantogram nada más oír los primeros compases de cualquiera de sus canciones es algo que pasa, y no puede evitarse. Esto es un tremendo elogio, pero es cierto que este dúo es capaz de crear temas realmente agradables de escuchar, y Voices, de entrada, es un disco al que apetece volver y que gusta ponerlo a un buen volumen cada cierto tiempo. Incluso podría llegar, y atrapar en sus redes, a alguien profano a este tipo de música.
Esto sucede por el buen hacer de la banda, por su capacidad para conjugar electrónica tranquila con buenas dosis de noise pop, post punk de sintetizadores y unos ligeros efluvios de shoegaze. Géneros que siempre han combinado bien juntos, pero que unidos a una composición inteligente y una voz femenina brillante consiguen alcanzar un gran nivel. Así, Voices, empieza con Nothing But Trouble, un claro ejemplo de la capacidad de síntesis y mezcla de Phantogram. A medida que avanza van dejando caer cortes como Fall In Love, Howling At The Moon, o I Don’t Blame You, también de los más destacados en un álbum lleno de sorpresas y ases bajo la manga donde apenas hay cabida para la mediocridad (Bad Dreams y Bill Murray no acaban de funcionar demasiado bien). Con credenciales suficientes para ser uno de los pelotazos indie-electrónicos del año, y con razones de sobra para ello.