La regularidad de algunas bandas demuestra una considerable seriedad y compromiso, así como algo de agradecer para sus seguidores, porque pueden saber prácticamente con total seguridad cuándo van a poder escuchar nuevo material. Éste es el caso de Toundra, que aproximadamente cada dos años nos muestran un nuevo número. Este año, tras mucha expectación, y con una exquisita puntualidad, se presenta a la cita IV, que como su propio nombre indica, es el cuarto disco de estudio de la banda madrileña.
En los últimos años, y debido a una carrera sólida como una roca y a una inventiva en constante búsqueda, Toundra se han convertido en una referencia obligada dentro del post rock y del post metal de factura nacional. Su fórmula ha ido cambiando y ampliándose, pero siempre con su sonido originario a la suficiente distancia como para hablar de una evolución constante, y en muchos sentidos,ascendente.
Si su anterior álbum ya indagaba en bastantes facetas del post rock, cubriéndose de tintes épicos y en algunos casos, más grandilocuentes y orquestales, IV sigue en esta dirección, buscando una experiencia absorbente e inmersiva.
De nuevo, nos encontramos con un número reducido de cortes, pero con una duración suficiente para desarrollar estas ideas, y para experimentar con algunas nuevas. Las nuevas influencias y dosis de innovación provienen, entre otras razones, de los cambios de formación de la banda, con un nuevo guitarrista, Macón, provienente de otras bandas del género tan llamativas y reputadas como Adrift o El Páramo.
Influencias nuevas, fuertes raíces en sus primeros trabajos y altísimas dosis de creatividad. La fórmula sigue funcionando y continúa logrando que cada uno de los cortes sea un pequeño relato en algunos casos, y en otros un universo cerrado y autoconclusivo, de tal manera que las canciones funcionan tan bien por sí mismas como siendo parte de un todo. El álbum comienza con Strelka, tal vez el tema más cercano al sonido de sus dos primeros discos, con una base afianzada en el post rock más purista y clásico. Qarqom se prueba algo más desatada y agresiva, con aires exóticos y algo más voluble al presentar subidas y bajadas en el ritmo mucho más marcadas y evidente. Esta falta de contención propia de grupos como God Is An Astronaut, Maybeshewill o Collapse Under The Empire también se hace notar en Belenos (incluso más cambiante y menos oscura y opresiva) o la rápida y desgarradora Kitsune, siempre con ligeros toques de post metal como el de Russian Circles, con una cadencia considerable pero sin el peso y densidad de otras bandas del género.
La primera gran sorpresa viene de la mano de Lluvia, un interludio con teclados, un raro capricho que a pesar de su inicial extrañeza funciona perfectamente como enlace entre Qarqom y Belenos. Viesca tiene un inicio acústico, para posteriormente introducir tanto violines como instrumentos de viento, siendo la canción más alejada del post rock clásico, pero funcionando debido a su constante escalada y a un contraste orquestal muy bien llevado. En MRWING nos encontramos con otro interludio, aunque éste más acorde al estilo de la banda y menos sorprendente, que da paso al último corte del disco Oro Rojo, uno de los que empieza con más fuerza y garra de todo el trabajo, confirmando que IV es un álbum que hace especial énfasis en los aspectos más directos y desatados de Toundra.
Podemos respirar tranquilos todos aquellos a quienes nos gustó III, porque en IV se confirma y amplía todo aquello que le hacía sorprendente y disfrutable. Incluso se atreve a ir un poco más allá, sin suponer una ruptura ni un gran cambio, pero mostrando una curiosidad y diversidad incipiente, pero de agradecer. Gracias a las próximas y giras y conciertos esperamos poder ver qué tal suena IV en directo, y conocer de primera mano si sus renovadas energías se trasladan con la misma potencia a un escenario, aunque basándonos en experiencias anteriores, es más que probable que así sea.