Riguroso Directo: BBK Live (Sábado)

Perderse días de festival tiende a dejar coja una reseña, pero el trabajo y las circunstancias a veces juegan en nuestra contra, y al final uno tiene que ser consecuente con las cartas que le han repartido. En este caso no me puedo quejar porque el sábado tocaba el plato fuerte del evento, y me daba la oportunidad de ver a una banda que, aunque ya no me gusten tanto como antes, sí quería poder tachar de mi lista, Muse.

Sin embargo, como cualquier festival que se precie no puede depender en exclusiva de sus cabezas de cartel, así que acudimos a una hora prudencial para poder disfrutar de la realmente ecléctica oferta del BBK Live.

BBKComo dije en una ocasión anterior, el festival se realiza en un marco incomparable, en Kobetamendia, pero también acarrea un montón de problemas. Subir y bajar desde Bilbao o Barakaldo al recinto suele suponer un considerable trajín, y hace que calcular la hora de llegada siempre se retrase. Lo que, junto con la confusión que rodeaba al canje de las entradas de día, hiciera que no llegara a tiempo a ver a The Cat Empire. A cambio, sí que pude presenciar el concierto de Kodaline, banda a la que no conocía, y que siendo sincero no me dijo nada y no me dejó ganas de interesarme por allá más allá de lo visto. Pop con tintes de folk genérico y blandito, con un frontman guapete y poco más, que deslucía el escenario grande. Un principio poco halagüeño, que por suerte no se reflejó en el resto de la jornada.

The Ting Tings, a pesar de estar lejos de su momento álgido, salieron con bastantes ganas y dieron un show realmente divertido, y que no se avergonzó de tirar de sus grandes éxitos sin pudor alguno. Conscientes de su situación actual, intentaron entretener de la mejor manera posible, y lo consiguieron, obteniendo una reacción del público más que buena. Los siguientes en el orden del día eran Of Monsters And Men, resignados pero contentos de ser una suerte de teloneros de Muse. A pesar de no dejar un concierto para el recuerdo, sí que demostraon que en directo son efectivos, y que su mezcla de pop rock indie y folk de tintes épicos (no en vano son islandeses) funciona, siempre a caballo entre lo sensible y lo divertido. Al menos lo suficiente para reivindicarse como algo propio y original, y quitarse el sambenito de ser «la marca blanca de Arcade Fire«, como se les ha calificado más de una vez.

Prácticamente todo el mundo tiene claro que 2015 no es el mejor momento para ver a Muse. Su último disco es la confirmación de que su carrera está en trayectoria descendente desde el punto de vista creativo, y canciones como Psycho, Mercy o Reapers (que por supuesto sonaron en su concierto) hacen que suenen más como unos imitadores que como ellos mismos. A pesar de esto, hay algo que no se les puede negar, y es su calidad como músicos. Su capacidad para clavar los temas e insuflarles vida sigue siendo espectacular, y cuando la canción acompaña (como fue el caso de Time Is Running Out, Plug-In Baby o Hysteria) aquello es un espectáculo digno de ver, ayudado por una puesta en escena muy cuidada e incluso excesiva. Apocalypse Please sonó ominosa y terrible, como debe ser, y el predecible final con Knights of Cydonia es imposible que no motive y emocione. Por lo tanto, y como era de esperar, la mayor queja es el setlist, que se dejó en el tintero básiscos como Butterflies and Hurricanes, New Born, Muscle Museum (aunque esto sea pedir mucho) o, por qué no, Feeling Good, por poner algunos ejemplos.

Después del gran espectáculo desapareció gran parte del masivo público, y empezó la parte más movida de la velada. SBTRKT, en formato banda, dieron un concierto realmente disfrutable, mezclando pop bailable, electrónica pura y dura, y ritmos tribales a juego con la perenne máscara africana de Aaron Jerome.

El final de la noche lo marcaron los problemas de sonido entres los escenarios de la Carpa y el Bosque, que hicieron que Lapalux y The Parrots no lucieran tanto como deberían, y que todo lo que se oyera en algunos momentos era una especie de ruido blanco poco agradable. Por suerte, no demasiado tarde, se arreglaron estos problemas, a tiempo para que los DJs del cierre, Elyella y Marc Piñol, en sus respectivos escenarios, pudieran dar juego y cerraran el festival con un buen sabor de boca. Uno de los grandes festivales del verano, tanto por su variada oferta como por los nombres grandes que siempre le acompañan, pero que a pesar de esto, sigue sin hacer demasiado caso a sus problemas de transporte, y en esta ocasión, de sonido; que esperemos no estén presentes en la edición de 2016.

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