De nuevo sólo pudimos cubrir un día del festival, pero siempre es un gusto volver a Viveiro al Resurrection, un lugar donde tan buenos ratos hemos pasado. La tendencia al alza de este evento es innegable, y los cambios son patentes tanto en asistencia, oferta y organización.
Ha pasado de ser un festival pequeño y principalmente de punk y derivados a una reunión masiva de gente más interesada en el metal y en parte, en la nostalgia numetalera de principios de los 2000. El cartel del sábado de este año era un claro ejemplo, siendo las grandes atracciones del día el 20 aniversario del primer disco de Korn, y el concierto de Fear Factory, dejando relegados a segunda línea a grupos como Satanic Surfers o Strung Out.
Tras deambular por el recinto sin ver nada en concreto, nuestra primera parada fueron los franceses Forus con su skatepunk directo, furioso y algo facilón. Es una de esas bandas a las que a día de hoy les sigue costando diferenciarse, y aunque tienen calidad técnica y canciones enérgicas, nerviosas y pegadizas, no acaban de salir del montón genérico de formaciones con un estilo similar. Aún así, una buena manera de animar las primeras horas del festival.
Con un estilo parecido en lo instrumental, pero vocalmente mucho más enfocado al metalcore, asistimos al concierto de los pamploneses Dawn Of The Maya, una de las bandas nacionales asistentes al festival que mejor recepción mostraron. Sin ser un fanático del género, su mezcla de estilos es bastante competente, y puede ayudar a los menos puristas a introducirse en este tipo de sonidos con facilidad.
Otra banda nacional que obtuvo una grata respuesta por parte del público fueron Syberia, que andan en trámites de lanzar su segundo álbum tras una reestructuración de sus componentes. Presentaron algunos temas nuevos, y demostraron que son una de las bandas más destacadas del panorama actual del post metal en España. Envolventes, intesos y en ocasiones brutales, dieron un show que peinó para atrás a quienes decidimos pasarnos a verlos.
Una de las grandes sorpresas del festival vino del concierto desenfadado y prácticamente autoparódico de Skindred. Su mezcla de reggae y metal puede estar algo desfasada a fecha de hoy, pero decidieron tomárselo con humor y tratar de divertir y animar al público, lo que consiguieron con buena nota. Un frontman carismático, ambiente festivo y una actitud que ayudó a relajar el carácter férreo que se respira a veces en el festival. Fue realmente sano ver a la gente pasárselo bien sin complejos, olvidando las etiquetas, géneros y divisiones que llegan a obligarles odiar o amar un grupo.
Cambiaban las tornas con Heaven Shall Burn, otro grupo a caballo entre el metalcore y el death metal melódico, que a pesar de su peso en el cartel y la cantidad de seguidores que tiene, me dijo más bien poco y sinceramente, me parece que no deja de ser el «sabor del mes» en un género que, como ya he dicho, sin ser santo de mi devoción, me parece que cuenta con mejores representantes. El concierto de Moonspell o bien no lo entendí, o no estoy acostumbrado a esos sonidos, porque esa mezcla metalera con violín no había por donde cogerla. De nuevo, no es lo que suelo escuchar, pero me considero una persona musicalmente bastante abierta y aquello me pareció confuso y poco llamativo.
Después de ver a Danko Jones confirmo que tienen que hablar con su agente. Se encontraban perdidos en el cartel, como ya les sucedió en el Groezrock, en un festival donde no pegan demasiado, pero al igual que en aquella ocasión, dieron lo mejor de sí mismos. Sus canciones son divertidas y bailables, y ellos logran darles bastante vida, pero no dejan de ser un grupo de rock algo genérico tanto por sus temas como por su ritmos. Es destacable como detalle simpático la invasión del escenario por parte de los Resukids, a pesar de que al cantante no le hiciera ni puta demasiada gracia.
El plato fuerte del día llegaba de los míticos Korn tocando de seguido su álbum de debut. El recinto estaba hasta la bandera y en las primeras filas se respiraba una tensión tremenda. Ya desde los primeros compases de Blind se desató el caos, que apenas paró en la hora y media que tocaron. Canciones como Clown, Divine, Faget o Shoots and Ladders (con gaita incluida) forman parte de la banda sonora de la vida de mucha gente, y sonaron realmente bien a pesar de los fallos de sonido del principio (se oía con dificultad la voz) y la actitud apática de algunos miembros de la banda (Fieldy y Munky estaban totoalmente a lo suyo). El bis con Falling Away From Me, Here To Stay y Freak On A Leash confirmó que a día de hoy les hace falta tirar de nostalgia para motivar al respetable, pero que a pesar de eso, siguen en forma.
Tras los fuegos artificiales, Satanic Surfers daban un espectacular concierto en el escenario de la carpa. Se ve que han ido cogiendo fuerzas a lo largo de su última gira, porque se les veía mucho más motivados con el Groezrock, pero igual de raudos y técnicos. Skatepunk de lujo, todo temazos y energía para dar y aburrir. Todo un gustazo poder escucharlos otra vez y repasar temas que también han marcado a una generación.
Acababa la noche con un show brutal y ominoso por parte de Fear Factory, que aprovechaban para presentar su nuevo disco. Un barco insignia del metal industrial, que obviamente sonaba potente y devastador, cerrando una jornada tan variada como adrenalínica. Un gusto volver al Resurrection Fest, a pesar de su viraje metalero cada vez más pronunciado, porque año tras año, nos sigue dando agradables sorpresas.