En la última entrega de Programa Doble nos centrábamos en uno de nuestros temas favoritos, el post-hardcore de factura nacional. Hoy, y de manera paralela, damos el salto al extranjero para hablar de un tema que nos gusta algo menos, los grupos de post-hardcore que relajan su estilo y pasan a hacer un híbrido post punk, o directamente, una suerte de indie amargo.
Últimamente es una tendencia que se repite frecuentemente, siendo uno de los ejemplos más recientes el último álbum de Pianos Become The Teeth, o salvando las distancias, el disco en solitario de Dustin Kensrue, voz y rosto visible de los desaparecidos Thrice. Los resultados de estos giros hacia el post punk y el indie suelen ser desiguales, muchas veces consagrando a la banda por su creatividad, y en otras ocasiones, suponen un fracaso por no cuajar dentro de otro género, o no hacerlo con la suficiente gracia. Los protagonistas de esta entrada caen dentro de este fenómeno, y sus últimos lanzamientos son prueba de ello, aunque no acaben de conseguir encajar en los nuevos moldes que se han impuesto.
Self Defense Family.- Heaven Is Earth.
El anterior disco de la formación capitaneada por Patrick Kindlon, Try Me, cosechó críticas bastante desiguales. Si bien tenía cortes muy interesantes, se perdía en su propia rareza y se dejaba llevar en exceso por la estrambótica y extravagante personalidad de su compositor e ideólogo. Su otra banda, Drug Church, sorprendió con un álbum mucho más convencional, dentro de lo que cabe, pero más directo, brutal y arrollador. Puede ser que no tuviera el mismo alcance ni difusión, pero se acercó más a lo que buscaban los aficionados al género.
Heaven Is Earth sigue la línea de Try Me musicalmente, aunque con considerables cambios. Las letras siguen siendo interesantes, más comprensibles, y con menos salidas de tono. Continua siendo un disco totalmente personal e íntimo para Patrick Kindlon, pero de una manera más universal y asequible. Sin embargo, a nivel estrictamente de composición, es mucho más gris, y no sólo en la portada. Las guitarras se han vuelto más monocordes y gran parte de los temas se basan en ritmos monolíticos, minimalistas y repetitivos, lo que a la larga causa una consideable sensación de hastío. Hay brotes de originalidad (un sorpresivo uso de harmónica), y el binomio In My Defens Self Me Defend y Talia es digno de elogio, pero la impresión global queda muy por debajo de su primer trabajo, a pesar de lo anguloso que era, y por supuesto, muy alejado de los fantásticos discos de End Of A Year.
Self Defense Family vuelven a tener motivos para llamar la atención, pero estos son más de fondo que de forma, quedando la parte musical de lado, como un mero añadido al carisma y arrolladora personalidad de Patrick Kindlon. Heaven Is Earth puede ser el testamento de una banda en absoluta necesidad de fijar sus prioridades.
Ceremony.- The L-Shaped Man
Si bien la trayectoria de Ceremony ha supuesto una considerable y progresiva pacificación de su sonido tras el icónico y brutal Violence Violence, es difícil no sorprenderse con el contenido de The L-Shaped Man. Su nuevo álbum no es sólo una vuelta de tuerca más hacia el post punk, es que es una imitación total del sonido de Joy Division. Sin usar palabras más duras como copia o plagio, ni sinsentidos como un supuesto homenaje, y por supuesto sin saber la auténtica intención de la banda, pero aún así, es chocante ver como no suenan en absoluto como ellos mismos, para intentar convertirse en otros. En líneas generales, parece que su nuevo trabajo es una manera de demostrarse algo a sí mismos, o un divertimento experimental.
Sobra decir que el resultado, para el oyente, no es para nada óptimo. Nadie niega la influencia en el panorama actual de Joy Division, ni su tremenda calidad, pero Ceremony no amplían ni desarrollan ese estilo, ni le dan nuevos aires, ni tan siquiera lo complementan con su anterior música. Bandas contemporáneas como Protomartyr o Girls Names tienen propuestas mucho más interesantes partiendo de la misma base, por poner dos ejemplos.
La respuesta de sus seguidores y de la crítica ha sido demoledor, y hay que temer que The L-Shaped Man se convierta o bien en una anécdota por su portada (similar al dibujo de la dignidad de Kirk Van Houten) o, por desgracia, en un considerable escollo difícil de salvar en el camino que Ceremony hasta ahora se habían trazado.