Parece que Girls Names han cogido gusto a Valladolid desde su paso por el festival Tónal. Y los que vivimos aquí estamos encantados de poder contar con su presencia en nuestra ciudad de cuando en cuando, en esta ocasión con motivo de la presentación de su tercer disco, Arms Around A Vision.
The New Life, como dijimos en su día, fue un disco técnicamente más que correcto, pero demasiado anclado en sus propias referencias y al que le faltaba algo de imaginación y le sobraba frialdad. Sin embargo, con el tiempo se ha convertido en el buque insignia de la banda debido a canciones como Hypnotic Regression o la propia The New Life. Y tras el espectáculo de ayer, tengo claro que es en gran parte gracias a su directo, y a cómo se trasladan estos temas del vinilo al escenario.
Está claro que un domingo por la noche no es la mejor ocasión para ver a una banda de post punk oscuro y opresivo, pero en las provincias tenemos que jugar con las cartas que nos vienen dadas y ante visitas con renombre toca cambiar la agenda y en pocas palabras, apechugar. La verdad es que fue un gustazo ver la Sala Asklepios con mucha más gente de la que esperaba, y considerablemente implicada en el concierto. La propia sala, de la que sólo conocía su faceta como discoteca, dio la talla, con un sonido que fue llevado al límite por la distorsión y efectos de los que hizo gala la banda, pero que en ningún momento falló o hizo que se resintiera la experiencia.
En cuanto al show de Girls Names en sí, y como adelantábamos, consiguen sacar mucho partido a sus discos, y estos ganan enormemente en directo. La intensidad y pulso de sus canciones es encomiable, y la frialdad usual de algunos de sus temas se evapora entre distorsiones, mucha calidad técnica y una motivación considerable. Además es fácil comprobar la trayectoria de la banda, de sus orígenes en el jangle pop algo facilón, al post punk abrasivo y ochentero de su segundo álbum, a los nuevos horizontes de su último álbum, Arms Around A Vision, introduciendo elementos de krautrock que le sientan como un guante a su estilo intrincado, envolvente y oscuro.
No se les puede echar en cara que no se dejan la piel en el escenario. Llegados los últimos compases del concierto, pudimos ver a Philip Quinn aporreando la guitarra subido a la barra que ejercía de mesa del merchandising, y posteriormente distorsionando su sonido con su inseparable botellín de cerveza. Los momentos instrumentales alcanzaban una potencia considerable, y temas como las mencionadadas Hypnotic Regression y The New Life (el obligado bis), o las novedosas Zero Tryptich, Chrome Rose o Dysmorphia ganaban enteros ante los ojos del público gracias a una desbocada puesta en escena.
El directo de Girls Names deja claro el porqué de su popularidad, a pesar de que los discos en sí puedan parecer excesivamente fríos, o pocos inspirados en ocasiones, defectos que quedan más que compensados en vivo. Un concierto tan interesante y llamativo como intenso y enérgico, recomendable incluso para una perezosa tarde de domingo.