Por una vez, y sin que sirva de precedente, vamos a hablar de un disco de Wavves sin entrar en el debate sobre si Nathan Williams es un genio o un gilipollas. Desde el archiconocido King Of The Beach la discusión siempre ha sido la misma, y si algo ha probado la banda de SoCal es que han sabido definirse, disparar buenos temas y mantener un nivel creativo bastante alto, a pesar (o por gracia) de sus llamativas y excéntricas personalidades.
El éxito de Wavves supone el retorno triunfal del post-grunge, si es que alguna vez se fue, la renovación de sonidos que no debieron olvidarse, y en parte, la comercialización del fuzz de nueva escuela. Todo esto se puede vera con mayor claridad que nunca en V.
El nuevo álbum de Wavves tuvo un estreno más que desastroso por la mala relación entre el propio sello de Nathan Williams, Ghost Ramp, y la todopoderosa Warner, en cuanto al momento idóneo de presentar el nuevo single, o de enseñar la portada. Otro de los aspectos comentados hasta la saciedad de V, y que como puede verse, poco tiene que ver con lo que efectivamente se encuentra dentro del disco.
V supone la cristalización de todo lo que Wavves han enseñado hasta la fecha: canciones herederas del pop punk de principios de los 2000 (Way Too Much), lo-fi de aires surferos (Pony, Flamesz), post-grunge en su vertiente animada (All The Same) así como oscuro y guitarrero (Tarantula). Sin embargo, no sólo compila y desarrolla todo su recorrido, si no que introduce de manera evidente en Cry Baby un acercamiento al fuzz actual, en la línea del fallecido Jay Reatard, o del pluriempleado Ty Segall. Claramente no es un disco para aburrirse, y la creatividad musical y vocación exploradora de la banda está más afilada que nunca. Ésta es sin duda la razón por la que pasan por la izquierda a algunos de sus competidores directos, como JEFF The Brotherhood, FIDLAR, Best Friends o King Tuff, y por lo que han sido capaces de llegar a un público más amplio, siendo en el momento actual los primeros de la clase.
Como inevitable nota negativa, y contrapunto a lo dicho en el anterior párrafo, las letras de Nathan Williams sí demuestran un considerable cansancio creativo, orbitando todos los temas sobre la depresión de los 30 sumada al abuso de sustancias, y la sensación de no pertenecer a la sociedad, dicho en pocas palabras. Sin duda son materias a las que se les puede sacar bastante jugo, pero en este particular caso, y después de un buen número de discos, parece que Wavves tienen un discurso único del que les cuesta horrores salir.
No podemos dejar de recomendar V, porque tiene algunos de los hits más recurrentes de 2015, además de mantener un nivel de calidad más que alto en todos sus cortes. Sin embargo, y como siempre pasa con Wavves, deja la sensación de que aún no han alcanzado su potencial total, y que aún les queda camino por recorrer. Pero mientras ponen en orden sus ideas, esperemos que nos sigan dejando grandes temas como los presentes en su último trabajo.