Como no podía ser de otra manera, toca historieta personal para empezar esta entrada: conocí a (lo:muêso) en una época de investigación musical intensísima en la que prácticamente cada día me esforzaba en conocer a grupos nacionales. Aquellos días fueron bastante significativos, y su resultado fue que descubrí muchas de mis bandas favoritas de la actualidad, y en última instancia, también fueron el germen de esta página.
Por lo tanto, un nuevo lanzamiento de (lo:muêso) no sólo llama mi atención desde una perspectiva meramente musical, si no que significa la continuación de unos intereses que aunque parezca lejanos son igual de ilusionantes que el primer día.
Después de la obligada lagrimilla, toca ponerse con la reseña en sí, y hablar del nuevo lanzamiento de (lo:muêso). Pocas noticias se han tenido de esta banda en los últimos años. Allá por 2008 pudimos disfrutar de su último disco de larga duración, Giant Catarzêe, y dos años después le siguió un EP, Palyndromê.
Si algo tenía claro, o al menos así lo imaginaba en mi cabeza, es que si Hoidên Limother Petity Vefuckêr (juego de palabras que encierra Hope Identity Live Motherfucker) significaba el regreso de (lo:muêso), esto iba a ser así con todas las consecuencias. No en vano estamos ante una de las bandas más indescifrables y particulares de la escena nacional, y que en este sentido, nunca han rendido cuentas a nadie ni se han separado de su visión propia e individual. Siempre a caballo entre géneros, sin enmarcarse en uno concreto, tomando elementos del indie y del punk, del rock progresivo y del noise, y del post-rock y el post-hardcore.
Hoidên Limother Petity Vefuckêr no se separa de su trayectoria, y a grandes rasgos, es un disco nervioso, opaco, intrincado y lleno de matices. Es un disco para en el que cuesta introducirse, pero una vez dentro, es díficil salir de él. Ya desde el inicio, Katazome Falls muestra un pulso y una tensión que se puede cortar con un cuchillo, para crecer y explotar posteriormente a lo largo de sus once minutos. Amarillo Mortimêr comienza rauda y cuenta con un juego vocal progresivo y cambiante, para desembocar en un final aún más acelerado y desbocado. La banda introduce un drone de larga duración en Black Scissors, para romper prácticamente siete minutos después con rock ruidoso de tintes ambientales, incómodo, oscuro y enfermizo. El contraste viene de la mano de DeadSeaHorses, aparentemente luminosa, pero que rápidamente se torna algo caótica y acelerada.
El interludio de mitad de álbum viene de la enérgica mano de Svetehan (el-Kanehêem), que desemboca en la pausada y soñadora Stanley III. Dos canciones atípicas y que rompen el ritmo del disco de manera intencionada, y que ponen al oyente sobre aviso de que en Hoidên Limother Petity Vefuckêr cabe todo. Código Secreto de las Estatuas Ecuestres tiene una introducción instrumental sobre la que suena una grabación de lo que parece ser un sacerdote en plena misa, y que va ganando intensidad, hasta prácticamente su último tercio, en el que entra la voz y la potencia sube aún más. Es una de las canciones más llamativas del disco por su estructura compleja, sus tonos experimentales y por su ritmo intranquilo y camaleónico. Y si hablamos de complejidad, tenemos que comentar Blaivlad Boulevard en profundidad, la canción más técnica y complicada del disco, con fuertes referencias al math rock más intrincado. Finaliza el álbum con The Swindle (Jaguar Muerto de Cathêdral), una canción relativamente sencilla y calmada, que como no podía ser de otra manera, acaba entre gritos, disonancias y guitarras afiladas y vertiginosas.
Pocos discos más interesantes y complejos que éste nos puede dar 2015, y supone el regreso por todo lo alto de una banda de la que no sabíamos nada desde hace demasiado tiempo. Nos llevaríamos muchas alegrías si todos los nuevos discos tras un descanso fueran como Hoidên Limother Petity Vefuckêr. Un claro álbum esencial de este año dentro y fuera del panorama nacional.