La marca de los tres minutos es un límite que muchas bandas deciden no cruzar en sus canciones, y ofrecer discos en los que lo bueno, si breve, mucho mejor. El punk de canciones cortas, furiosas y que dejan sin aliento siempre nos ha hechizado, y a través de esta entrada queremos rendir culto a aquellas formaciones incansables en su empeño de dar el máximo de sí en menos de 180 segundos.
Sin caer en el exceso de etiquetas, casi puede considerarse un subgénero, lleno de discos abarrotados de temas, pero que a la hora de la verdad, terminan antes de que nos demos cuenta y nos dejan con ganas de apretar de nuevo el botón de play. En concreto, Night Birds, desde sus inicios han sido fieles a este principio; así como las sucesivas bandas en las que Jeff Burke ha colaborado, ya sea en The Marked Men, The Reds, The Potential Johns o en el caso de hoy, Radioactivity.
Radioactivity.- Silent Kill
Silent Kill supone el segundo disco de estudio de Radioactivity, y por esta razón puede pensarse que estamos ante una banda joven o novedosa, pero tiene mucha más solera de lo que aparenta, puesto que como decíamos al inicio, coge el testigo de los míticos The Marked Men a través del creativo y alocado Jeff Burke. Su compañero de fatigas Mark Ryan también hizo lo propio con Mind Spiders, llegando a resultados igualmente satisfactorios, y de los que esperamos volver a escuchar algo en breve.
El nuevo trabajo de Radioactivity no llega a la media hora, pero le basta en esta duración para dejar doce cortes jugosos de punk travieso, acelerado, coreable y con considerables dosis de pop. Sin miedo a la variedad y con ganas de ampliar su espectro, dentro de los temas directos y a la yugular que conforman su estilo, también se lanzan a la piscina con otros más calmados y reflexivos como Way Out, la propia Silent Kill o la bonita Where I Come From; pero que no logran distraer la atención de los auténticos hits: Battered, Not Here, el tremendo duo conformado por I Know y No Alarm, Silent o la final Pretty Girl.
Radioactivity traen bajo el brazo un álbum algo nostálgico y con un sabor algo añejo, pero también sólido y consistente, que sabe potenciar sus puntos fuertes y barrer debajo de la alfombra sus carencias. Jeff Burke sigue en estado de gracia, lo sabe, y nosotros, mientras dure, lo bailaremos y aplaudiremos hasta dejarnos pies y manos.
Night Birds.- Mutiny At Muscle Beach
Desde aquel mítico 7″ que contenía la espectacular Killer Waves, Night Birds dejaron claro que sabían cuál era su estilo y a qué se dedicaban, y que no estaban para experimentos. Y así lo han ido demostrando a través de sus sucesivos lanzamientos, en los que han probado que son lo suficientemente hábiles para no cansar, sirviendo de enlace entre el pasado y presente del punk, y ofreciendo en cada nuevo álbum una renovada remesa de hits.
Como no podía ser de otra manera, los ecos del punk californiano ochentero siguen presentes, y la invocación a Dead Kennedys en canciones como In The Red/In The Black sigue siendo tan evidente como agradecida. Las reminiscencias surferas también hacen de acto de presencia en Lapsed Catholics Need Discipline, King Kong, y especialmente en la instrumental Miskatonic Stomp. Estas canciones serían las más cercanas y puristas a sus influencias, pero sin duda han creado su propio sello, como puede apreciarse en Life Is Not Amusement For Me, que puede decirse que suena 100% a Night Birds, en la canción que da nombre al disco, Mutiny At Muscle Beach, y por supuesto, en los coros finales de Left In The Middle, el broche de oro del álbum.
Night Birds han vuelto a poner en marcha la máquina de los temazos, y el resultado era el esperable. Doce nuevos cortes salvajes, sin concesiones, furiosos, raudos y hechos para ser vividos en directo. A veces jugar sobre seguro da grandes resultados.