Más de una vez he dicho que me gusta pensar que existe una «nueva generación» de artistas, cada uno con sus particularidades, que van a definir la música de la época que estamos viviendo y que actualmente están despuntando. Está más que claro que uno de ellos va a ser Ty Segall, poco a poco se ve que Mikal Cronin estará también entre estos elegidos, y en mi opinión, también creo que Kurt Vile quedará dentro de esa selección.
Por supuesto me dejo muchos otros en el tintero al hacer esta afirmación, pero la música de estos tres siempre ha ido de la mano, lo que refuerza ese sentimiento de cohesión generacional. Lo mismo pasa en otros géneros (la nueva hornada de indie emo y la escena californiana de rock alternativo de efluvios noventeros, por poner dos ejemplos) pero en el presente caso se ve que la cosa va de nombres y apellidos.
Wakin On A Pretty Daze ya nos sorprendió como proyecto en solitario, y aguantaba con fuerza la inevitable comparativa con el sonido de The War On Drugs, que siguen siendo una formación en alza tras el fantástico disco que nos dejaron el año pasado. Dos iniciativas paralelas e incluso complementarias que han logrado diverger lo suficiente para no sonar trilladas, y para adquirir su propia personalidad y valor.
Kurt Vile tiene una especial facilidad para combinar lo eléctrico y lo acústico con soltura y de manera orgánica, mezclando psicodelia y folk con un estilo de baja fidelidad. A ratos suena a banda consolidada, en otros a cantautor, tontea con la fuerte personalidad de un crooner, y se permite caer en sus propios excesos con canciones etéreas, ambientales y soñadoras. Su mayor virtud: hacer que algo tan ecléctico suene sencillo y simple, sin pompa alguna, ni trampa ni cartón.
Por supuesto, otro de los grandes alicientes de b’lieve i’m goin down es la habilidad de Kurt Vile para reírse de sí mismo y criticar el mundo que le rodea sin sonar amargo ni impostado, sino con ligereza y con un gran sentido del humor. Su personalidad sale a relucir en cada corte, directa y humilde, como si estuviera manteniendo una conversación contigo en un bar; capaz de mantener el interés consiguiendo un constante «cuéntame más».
b’lieve i’m goin’ down abre con Pretty Pimpin’ que es una maravilla en cuanto a ritmo y magnetismo, y por desgracia, no llega a alcanzar ese nivel con el resto de temas (tal vez con All In A Daze Work en clara alusión a su anterior trabajo o en Wild Imagination, el gran final del álbum), pero sigue rayando bastante alto con temas como Dust Bunnies, Life Like this o Lost My Head There. También hay otros cortes más que decentes de base claramente folk como I’m An Outlaw, That’s Life, tho (almost hate to say) o Stand inside, que podría pasar por un tema de José González. Se permite incluso un inciso instrumental en Bad Omens, que sin ser especialmente llamativo es cuanto menos curioso.
Hay algún que otro tema no demasiado destacable, pero que no empañan la experiencia final de b’lieve i’m goin down, cuyo mayor defecto es empezar directamente con su mejor canción, dejando al resto al rebufo de Pretty Pimpin’. Kurt Vile sigue ubicándose como punta de lanza de la música actual gracias a su incansable trabajo y a su destreza para hacer composiciones cercanas, amables y sentidas.