Riguroso Directo: Primavera Sound 2016

Una de las mejores sensaciones de ir a un festival y ver a un buen montón de bandas interesantes, es renovar las ganas de compartir la experiencia y, en este caso, retomar una página que llevaba unos meses de secano.

La edición de 2016 del Primavera Sound ha logrado despertar de nuevo la inspiración y la ilusión que llevaba unos meses adormecida (pero latente) y hacer que volvamos a dedicar unas palabras a todo aquello que nos fascina, emociona y, en ocasiones, decepciona.

Dicho esto, volvemos al ruedo con nuestro resumen de las tres jornadas a las que pudimos acudir de la cita anual que supone el Primavera Sound:

Primavera Sound 2016

Jueves

Car Seat Headset: Emperrados en hacernos creer que eran Radiohead, con guiño a Paranoid Android incluido, se convirtieron en una manera bastante amena y motivadora de comenzar la tarde: animados, guitarreros y movidos. Sin ser de lo más destacable del festival, sí supieron hacerse valer a primera hora de la tarde.

Destroyer: Es difícil resistirse al magnetismo de Dan Bejar, al preciosismo intimista de su música y a su aire descuidado y gruñón. Ver a Destroyer convencer, enamorar, y repasar sus últimos discos con el mar de fondo es algo que no pasa todos los días.

Air: A veces ir a un concierto con las expectativas bajas puede convertirse en una experiencia interesante. Siempre consideré a Air un one-hit-wonder de la electrónica francesa, con aquel ya mítico Sexy Boy. Sin embargo, mostraron tener bastantes ases bajo la manga, y un buen hacer más que digno, con un repertorio entre lo ambiental y lo bailable.

Explosions In The Sky: «Somos explosiones en el sielo», y muchos de nosotros ya sabemos lo que va a pasar: una buena sesión de post-rock potente pero contenido, heroico, complejo e incombustible. Sin virtuosismos ni salidas de tono, pero funcionando como una sola entidad, con una cohesión en su sonido pocas veces vista. Si hay que poner alguna pega, el setlist se nutrió en exceso de su último álbum The Wilderness, que a pesar de su aparente mediocridad, en directo gana bastantes enteros.

Protomartyr: Un concierto con todo lo necesario para dividir a crítica y público. Joe Casey iba absolutamente beodo, pero en mi opinión incluso reforzó su personaje y su estilo directo y abrasivo, como un loco divagando, escupiendo incoherencias y cabreándose con el mundo. Impagable su pose imperturbable con el gin tonic y el cigarrito, mientras los músicos se dejaban la piel. Y a pesar del circo montado en el escenario, las canciones sonaron más que bien, especialmente los temas de The Agent Intellect, su último trabajo.

LCD Soundystem: Los grandes triunfadores de la primera noche, sino del total del festival. Un regreso a los escenarios por la puerta grande, con un setlist que sólo se dejó Drunk Girls en el tintero, y que repasó de manera exhaustiva su trayectoria y sus grandes éxitos. Calidad, pasión y mucha diversión para un directo que envuelve y atrapa.

Battles: Me parece una decisión un tanto extraña colocar a Battles a una hora tan tardía y en el escenario Ray Ban, que suele ser donde empiezan los tonos festivos de última hora. Su sonido cerebral y matemático, especialmente de su último disco, puede hacerse algo denso a las tres de la mañana. Con todo lo dicho, es realmente fácil contagiarse de su energía, y su calidad como músicos es siempre encomiable.

Viernes

Titus Andronicus: Difícil papel el de la formación de Patrick Stickles: escenario grande y primera hora de la tarde. El remedio, tirar de sus temas más directos y emblemáticos: Fired Up, Dimed Out, Fatal Flaw o A More Perfect Union. Y lograron salir triunfantes. A pesar de todo, me siguie pareciendo que tocar una versión de Blitzkrieg Bop sobraba totalmente, y que es un recurso fácil y manido para alentar al público, cuando les sobran canciones que provocan el mismo efecto, como Titus Andronicus Forever.

Savages: No se puede acusar a Jehnny Beth de no ponerle ganas, pero encima de un escenario, el sonido oscuro y agobiante de Savages puede acabar sonando repetitivo tras unos cuantos temas. Mucha actitud y mala leche, pero al final, algo faltas de originalidad.

NAO: Una de las sorpresas del festival. R’n’B animado, con mucha presencia de percusión y bajo, con una voz femenina realmente bonita, y con un carisma espectacular. Todo un descubrimiento.

Beirut: Como alguien que ya les ha visto en directo, y que no es muy aficionado a este tipo de música, diré en su favor que no puede ponerse en duda su calidad musical y su capacidad para hacer canciones entrañables, pero en mi opinión, la fórmula está ya más que agotada.

Radiohead: No voy a entrar en la polémica de quién tiene la culpa de que sonaran terriblemente bajo, y que fuera difícil apreciar su música si no estabas en las treinta primeras filas, pero es un hecho que empañó considerablemente uno de los conciertos más esperados. Un setlist espectacular que no se dejó ninguna canción mítica fuera y una arquitectura de sonido impresionante, pero no puedes pretender tocar como si estuvieras en una sala reducida cuando te encuentras en una explanada delante de 40.000 personas. No sé si se trata de sus rarezas particulares, o de una muestra de esnobismo, pero hizo que muchos no recordemos el concierto con el cariño que deberíamos.

Royal Headache: Los australianos le pusieron bastantes ganas y lograron levantar a un público escaso pero entregado. Sus aires punk y garajeros destacan en directo aún más que en disco, dando un concierto sentido y contundente.

The Last Shadow Puppets: Alex Turner y Miles Kane son a día de hoy dos músicos incontestables, pero a mi parecer, se han perdido en su propia performance y en un desfile interminable de poses sugerentes. Acompañados de un cuarteto de cuerda, su espectáculo era muy disfrutable, pero quedaba de lado en su intento, quizás autoparódico, de mostrarse como dos símbolos eróticos.

Beach House: Conjugar intensidad y delicadeza es algo en lo que Victoria Legrand y Alex Scally saben destacar desde siempre, y su directo no es una excepción. Preciosista y ominoso a la vez, lleno de claroscuros y pasajes melancólicos, con momentos de ruptura y energía, tan hermoso como complejo. Una experiencia tan profunda como agotadora.

The Avalanches: Si algo no se puede decir de The Avalanches es que son tópicos o predecibles. Su espectáculo pasaba de una verbena de pueblo a una sesión electrónica o a un temazo de indie del momento en segundos, convirtiendo el escenario Ray Ban en una fiesta tan extraña como entretenida.

Sheer Mag: Es imposible no dejarse llevar por la energía de Tina Halladay, y por el estilo de la banda, a caballo entre el hard rock de la vieja escuela y el punk actual. Un broche de oro enérgico y ácido para acabar la jornada.

Sábado

Brian Wilson: Aquí viene una opinión impopular: comprendo la importancia de Pet Sounds y su valor artístico, pero la realidad es que el público se vino arriba cuando empezaron los auténticos temazos de los Beach Boys. Incluso el propio Brian Wilson, sumido cabizbajo tras su piano en todo momento, no pudo evitar exclamar emocionado: ¡Surfin’ USA! cuando llegó el momento de tocarla, por poner el ejemplo más claro. En definitiva, el concierto pudo sufrir por el hecho de componerse casi en su totalidad de un disco que sonó demasiado tranquilo incluso con las joyas que contiene, pero que al final, acabó siendo una experiencia mágica, evocadora y nostálgica.

Drive Like Jehu: Es el momento de hablar claro: puede ser el mejor concierto de post hardcore que haya visto jamás. Rick Froberg nunca decepciona y Drive Like Jehu suenan en directo más fuertes y definitivos aún que en su material grabado. Definitivamente en mi podium de esta edición del festival.

PJ Harvey: Polly Jean destila clase, sensibilidad y a la vez fuerza. Una de las grandes triunfadoras del festival por méritos propios. Una presentación sobria y minimalista, un buen equilibrio entre clásicos y novedades, y un buen hacer tanto en el fondo como en la forma fuera de lo común.

Sigur Rós: La particular mezcla de post-rock y shoegaze de los islandeses es capaz de comerse uno de los escenarios más grandes del festival, y aunque la densidad de su sonido pueda acabar arrastrando algo el show, tanto su presentación como su música son un derroche de emoción, buen gusto y sensibilidad.

Parquet Courts: Posiblemente sean la banda más popular en cuanto a esa mezcla de indie rock, post punk y garaje que es tan popular a día de hoy, y lo demostraron con un directo contundente y sin artificios. Se encuentran en estado de gracia y no les da vergüenza demostrarlo, convenciendo a base de buenos temas y entrega sobre el escenario.

Ty Segall and The Muggers: Uno de los momentazos del Primavera Sound nos lo regaló el desparpajo y simpatía de Ty Segall, que tras perder el micrófono en una de sus incursiones al público, dejó que un fan (Manny) saliera al escenario y convirtiera el concierto en su particular show. Independientemente de esa anécdota, un concierto potente, con nervio y garra, como nos tiene acostumbrados, gracias tanto a su gran talento, como a saber rodearse de otros grandes colegas contemporáneaos como King Tuff o Mikal Cronin.

Dj Coco: Reconozco que era mi primera vez en el famoso cierre del festival, y que no decepcionó como traca final: Space Oddity, Jump Around de House Of Pain, un remix acelerado de Root Down, Boys and Girls, y unos cuantos temas míticos intercalados entre momentos más electrónicos de Dj serio (parece ser que este año ha hecho una sesión algo más «profesional») rarezas como ese mashup de Chimo Bayo y New Order, y un final bien atípico con NOFX, Pennywise, y de nuevo, Bowie. La mejor manera de volverse a casa molido, pero con una sonrisa.

 

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