Valladolid no es una plaza fácil, y mucho menos en el ámbito musical, no nos cansaremos de repetirlo. Y si no, que se lo digan a los incansables miembros del Colectivo Laika, siempre preocupados por ampliar y enriquecer la oferta cultural de una ciudad reacia a los cambios, aunque poco a poco comience a abrirse.
Por esa misma razón da tanta satisfacción hablar de la edición de 2016 del Véral, el festival primaveral de Valladolid, que este año se presentaba con un cartel realmente interesante, con lo más escogido del panorama nacional y local. Y por si fuera poco, gratuito y en una localización tan bonita y entrañable como la Pérgola del Campo Grande, donde nuestros mayores se pegan sus buenos bailoteos agarrados los domingos.
Comenzaba la tarde con unos Fellows a pie de calle, sin escenarios ni artificios. A pesar de mis escasos conocimientos sobre blues, su espectáculo me pareció interesante y sobre todo, divertido. Sonaban algo a Eels y a los primeros discos de The Black Keys, también por la combinación exclusiva de guitarra y batería, y combinaban sentimiento y garra con un toque canalla y gamberro. Aparte de sus temas propios cayeron varias versiones, e incluso alguna reinvención de canciones religiosas, que tenían bastante gracia. Uno de los nombres de la escena local de Valladolid que cada vez suena con más fuerza y que espero pronto dé el salto al ámbito nacional, al menos.
Tras una introducción tan llamativa, el trío madrileño Juventud Juché saltó al escenario con su habitual propuesta: una sucesión de temas cortos, contundentes y ásperos enlazados uno detrás de otro sin descanso ni intermedios. En su día hablamos de Quemadero, su primer álbum, como un trabajo fuertemente influenciado por This Heat o Gang Of Four, sensación que se potencia en directo. Su segundo disco, Movimientos, vira algo más hacia el post punk y se distancia algo del hardcore, pero mantiene la contundencia y la mala leche. La combinación de las canciones de ambos, con sus ritmos incómodos y abrasivos es un cóctel explosivo, en directo contraste con el paisaje bucólico del festival, así como servía para comprobar la evolución de la banda. Comparándolo con el concierto de ellos que vi en el Sonorama hace un par de años, se nota el crecimiento y la ambición de Juventud Juché, por suerte, sin haber sacrificado su característica actidud agresiva y rabiosa. Temas como Pasos, Dispara, Miedo o Haz La Mantis están hechos para el directo, y el final con John Wayne y la inevitable Defensa fueron todo un derroche de fuerza.
El tercer nombre del festival llegaba con bastante expectación. Triángulo de Amor Bizarro, por suerte, son una formación que recala bastante en Valladolid, y que no es la primera vez que tocan en la Pérgola o dentro del marco del propio Véral. En este concierto pude ver por primera vez en directo los nuevos cortes de Salve Discordia y la verdad es que, aunque Desmadre Estigio, con la que abrieron, siga sin convencerme del todo, Barca Quemada, Gallo Negro Se Levanta, Nuestro Siglo Fnord o Euromaquia suenan tremendas sobre un escenario. La fijación con su nuevo álbum puede ser interpretada como una falta de atención a sus anteriores trabajos, y aunque se echaron de menos algunas canciones, es comprensible que el setlist se centrara en su material más novedoso. Por supuesto, no faltaron Robo Tu Tiempo, Ellas Se Burlaron De Mi Magia, o Un Rayo De Sol de Victoria Mística, o los hits Amigos del Género Humano y De La Monarquía A La Criptocracia, o incluso referencias algo más rebuscadas pero igualmente disfrutables como Muchos Blancos En Todos Los Mapas o El Fantasma De La Transición. Todo un lujo poder contar con una de las bandas más llamativas e interesantes del panorama nacional para este tipo de eventos, que dejaron el pabellón realmente alto y los ánimos encendidos.
La edición de 2016 del Véral se saldó, en mi opinión, con un considerable éxito de público, y sobre todo, con una propuesta variada que supone un revulsivo para la oferta musical en líneas generales conservadora de la ciudad. Una gran iniciativa, que esperemos se mantenga por muchos años.