A pesar de que 2016 esté siendo oficial y oficiosamente el año sabático de este blog, salimos de nuestra particular hibernación para hablar de los eventos que seguimos disfrutando siempre que podemos.
En esta ocasión, tuvimos la suerte de vivir el retorno de un ciclo de conciertos con las voces femeninas como protagonistas, Vandia, de nuevo de la mano del Colectivo Laika, auténticos referentes de la escena musical vallisoletana. No sólo es una alegría la vuelta de un formato con grandes posibilidades e interés, sino que además traía bajo el brazo dos nombres más que llamativos: Hannah Epperson y Flowers.
Hannah Epperson abría la noche con timidez y encanto, con una combinación de violín y batería, sin duda inusual, pero realmente emocional y efectiva. A las pocas canciones, la fachada introvertida de la violinista comenzó a resquebrajarse y a dar paso a una actuación llena de sentimiento e intensidad. Hubo un momento particularmente emocionante cuando dedicó una canción a su (supongo fallecido) hermano, mientras repetía como una letanía que no tiene nada malo el sentirse triste. Su dominio y uso poco convencional del violín, así como la rotundidad del apoyo de la batería, creaban las atmóferas densas y melancólicas de sus canciones, acompañadas de una voz, que sin ser lo más importante del conjunto, cumplía con creces.
El concierto de Hannah Epperson, así como su música, puede describirse en pocas palabras como algo poco convencional, cuanto menos. Una de esas experiencias capaces de removerte por dentro y transmitir emociones de una manera tan honesta como directa, y en mi caso, una considerable sorpresa, dado que a pesar de que había hecho los deberes previos al concierto, no conocía especialmente en profundidad su trabajo, y me dejó bastante prendado.
Con más conocimiento de causa por mi parte, y no pocas ganas, comenzaba el concierto de Flowers. Lo primero a destacar es que, en una página en la que se adora el trabajo de Katie Crutchfield en todas sus variantes (P.S. Eliot y Waxahatchee), es difícil que se digan unas malas palabras de un grupo tan similar a su estilo como Flowers; especialmente cuando esas similitudes se agudizan en directo.
El concierto de Flowers servía como presentación de su nuevo disco Everybody`s Dying To Meet You, pero sin olvidar su principal referente hasta la fecha, Do What You Want To, It’s What You Should Do. Para una banda relativamente joven tanto por la edad de sus miembros como por el tiempo que llevan en activo, demostraron unas tablas envidiables sobre el escenario: Rachel Kenedy tiene una voz personal y auténtica, que surfeaba los complejos punteos de Sam Ayres, en una combinación de pop elaborado y lleno de matices, capaz tanto de momentos preciosistas como de explosiones de energía.
Canciones como Be With You, Pull My Arm, I Don’t Mind o el bis con I Love You sonaron realmente redondas, vivas e intrincadas, bonitas y divertidas, con el trío protagonista tocando con auténticas ganas. Una suerte poder conocerles posteriormente en el aftershow y felicitarles por su directo, y de paso pedir (que es gratis) que vuelvan a pasar por aquí en su próxima gira.
Aún quedan prácticamente tres meses para el final del año, pero realmente podemos estar ante uno de los conciertos más atractivos del año en Valladolid, vanguardista y atrevido, y que para muchos, entre los que me incluyo, ha supuesto una considerable sorpresa, y el descubrimiento de talentos poco explorados.