Escribir sobre un viaje a Estados Unidos a la luz de los recientes eventos no es nada fácil, sobre todo cuando tanto el Fest como el Pre-Fest tienen en líneas generales un sesgo ideológico que ofrecía una perspectiva muy distinta a lo que ha sucedido en las urnas.
Intentando dejar la amargura que reconozco que me producen los resultados de hoy después de haber pasado diez días por allí, y habiéndome llevado impresiones muy positivas, intentaré rememorar lo mejor posible mi paso por uno de los festivales y pre-festivales más únicos e interesantes, con unas señas de identidad propias y absolutamente diferenciadas de cualquier otra propuesta. En la entrada sobre el Fest propiamente dicho indagaré con más profundidad en las claves de este evento, que ya se dejaban ver en la previa, y en las que radica su diferenciación del resto de festivales.
Ybor City y su estilo colonial ayudan al disfrute de los dos días que dura el Pre-Fest: tiendas con encanto, palmeras, terrazas, tiendas de puros liados a mano, y por supuesto, bares habilitados para la música en directo. La primera parada, y el chupinazo de apertura, corría de la mano de Elway en The Orpheum, que sin ser una banda de primera línea consiguieron dejar el pabellón alto con temas como la pegadiza Whispers In A Shot Glass, y arrancar más de una sonrisas con su cover final de Do What You Want de Bad Religion. Les seguían PEARS, que decidieron arrasar el escenario como un huracán con no pocas dosis de garra y un garrulismo calculado y bien entendido.
Red City Radio aparecían tras su reestructuración tocando muchos temas nuevos y dejando algo de lado sus primeros trabajos. Les he visto varias veces y me pareció su setlist más flojo, a pesar de contar con algunas de sus mejores canciones, pero la reacción del público indicaba que ya son un clásico en este tipo de festivales, y que su popularidad difícilmente puede ir a más. La sala se vació considerablemente para la reunión de Gunmoll, a pesar de algún que otro exaltado emocionado por ver a Mike Hale de nuevo con su banda. Tocaron Boards of Rejection del tirón, en un directo bastante emotivo, ya que se les veía con bastantes ganas de rememorar tiempos pasados y de repasar su disco más emblemático de cabo a rabo. Volvía el llenazo a The Orpheum con Off With Their Heads, que comenzaron con una sana dosis de humor tocando Idiot tres veces seguidas, incluyendo una versión dub más que desastrosa, para posteriormente repasar los hits de su discografía, que no son pocos. Final de libro con Clear The Air, para una banda que nunca falla.
Tocaba cambiar de ambiente y de aires, para ver a Free Throw y Slingshot Dakota en el Tequila’s. Fue imposible ver a ambos más de diez minutos por los inclemente solapes y por la necesidad de comer algo antes de desfallecer, pero por suerte pude verles posteriomente en el resto del festival. Por el contrario, sí fue posible ver los sets completos de Annabel y Prawn. Los primeros dieron un gran concierto, combinando elementos de indie emo, shoegaze y punk con mucha intensidad y emoción; mientras que los segundos, a pesar de que demostraban unas ganas evidentes de lucirse, no llegaron a despertar a un público escaso, haciéndose el final de su directo algo tedioso. Finalizaba la primera noche con Less Than Jake sabiéndose ganadores y montando una fiesta de las suyas con confetti, balones de playa y demás parafernalia.
Empezar una nueva jornada de conciertos con Lemuria fue una auténtica gozada. Llevo siguiéndoles durante varios años, y siempre habían eludido visitar Europa. Sin embargo, poder disfrutar de su directo en la reducida sala del Crowbar compensó con creces su poco interés por cruzar el charco. La voz de Sheena Ozzella suena fantástica en directo, y no se dejaron en el tintero ninguno de sus hits: Pants, Lipstick, Chihuly e incluso una versión más que decente de Game Of Pricks de Guided By Voices. A mí, personalmente, me tienen más que ganado.
Por primera vez pude ver a Samiam decentemente, con buen sonido y sin prisas. Y mereció la pena. Siguen sin cambiar su setlist desde su último álbum, Trips, y está compuesto de sus temas más emblemáticos como Mud Hill, Mexico, Factory o Dull, entre otros. La voz de Jason Beebout no dio visos de flojear en esta ocasión, y dejaron un concierto para el recuerdo. Lo mismo sucedía con unos Knapsack en estado de gracia tras su vuelta a los escenarios, que aunque tienen un estilo más intimista e introvertido, adquieren bastante fuerza en directo.
Big Eyes presentaban su último álbum, Stake My Claim, dando toda una lección de energía, haciéndose ver y oír a pesar de su juventud y de compartir escenario con bandas mucho más consagradas como Audacity o Tenement. Strike Anywhere por su parte llevan prácticamente siete años sin sacar material nuevo, pero eso no les impide permanecer en activo y sin parar de dar conciertos siempre que pueden, repasando éxitos como To The World (que fue coreado desde el backstage por los cantantes de Elway y Red City Radio) o I’m Opposite Number. Acercándose la última hora de la noche decidí ver a Propagandhi con la esperanza de oír en vivo algo de sus primeros álbumes. Sin embargo, su concierto se basó de manera casi exclusiva en sus últimos trabajos, de un estilo mucho más técnico y metalero, y que personalmente no me acaba de convencer, por lo que entre ese aspecto y el cansancio acumulado, reconozco que me aburrí bastante. A estas alturas ya no tenía cuerpo para ver el concierto sorpresa de Dead To Me, por el que pasé de manera prácticamente testimonial, a pesar de que sonaba bastante bien, quedando como asignatura pendiente para otro día. Así quedaron cerrados dos días de pre-festival abarrotados y agotadores, pero muy bien aprovechados, y que aclaraban un poco la agenda para los tres días siguientes en Gainesville.